Sálvanos, Señor, Dios nuestro, reúnenos de entre los paganos; daremos gracias a tu santo nombre y alabarte será nuestra gloria.
Pero se acerca la hora o. mejor dicho, ha llegado, en que los que dan culto verdadero adorarán al Padre con Espíritu y lealtad, pues el Padre busca hombres que lo adoren así.
¡Señor, dueño nuestro, qué admirable eres tú en toda la tierra! Te doy gracias, Señor, de todo corazón, proclamando todas tus maravillas;
Por su medio ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el tributo de labios que bendicen su nombre.
exprésense entre ustedes con salmos, himnos y cánticos inspirados, cantando y tocando con toda el alma para el Señor y,
El será tu alabanza, él será tu Dios, pues él hizo a tu favor las terribles hazañas qué tus ojos han visto.
Oí entonces que todas las criaturas del cielo, de la tierra, de bajo la tierra y del mar, todo lo que hay en ellos, respondían: ¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos!
y aclamaban: ¡El Cordero que está degollado merece todo poderío y riqueza, saber y fuerza, honor, gloria y alabanza!
¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios que volverás a darle gracias: 'Salvador de mi honra, Dios mío'.
Sonaron las trompas. Al oír el toque, lanzaron todos el alarido de guerra. Las murallas se desplomaron y el ejército dio el asalto a la ciudad, cada uno desde su puesto, y la conquistaron.
Entonces Moisés y los israelitas cantaron este canto al Señor: 'Cantaré al Señor, sublime es su victoria, caballos y carros ha arrojado en el mar.
Pueblos todos, batan palmas, aclamen a Dios con gritos de júbilo, porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra.
Grande es el Señor, y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo.
confesar el pecado es sacrificio que me honra, al que se enmiende lo haré gozar de la salvación divina.
Me siento animoso, Dios mío, me siento animoso, voy a cantar y a tañer: 'Despierta, gloria mía; despierten, cítara y arpa; despertaré a la aurora'. Te daré gracias ante los pueblos, Señor; tañeré para ti ante las naciones;
Tu lealtad vale más que la vida, te alabarán mis labios; toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote,
Es bueno dar gracias al Señor y tañer en tu honor, oh Altísimo; proclamar por la mañana tu lealtad y de noche tu fidelidad,
Canten al Señor un cántico nuevo, canten al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su nombre, proclamen día tras día su victoria.
Entren por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre:
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi interior a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
Den gracias al Señor, invoquen su nombre, den a conocer sus hazañas a los pueblos; cántenle al son de instrumentos, hablen de sus maravillas;
No a la nuestra, Señor, no a la nuestra, hazle honor a tu fama, por tu lealtad, por tu fidelidad.
Alaben al Señor todas las naciones, aclámenlo todos los pueblos: porque su lealtad nos supera, la fidelidad del Señor es eterna. ¡Aleluya!
Te doy gracias de todo corazón, frente a los dioses tañeré para ti. Me postraré hacia tu santuario para darte gracias: por tu lealtad y fidelidad, pues tu promesa supera a tu fama.
Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey, te bendeciré por siempre jamás; día tras día te bendeciré y te alabaré por siempre jamás. Grande es el Señor y muy famoso, es incalculable su grandeza.
¡Aleluya! Alaba, alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista.
¡Aleluya! Alaben al Señor, que la música es buena, nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
¡Aleluya! Alaben a Dios en su templo, alábenlo en su fuerte firmamento, alábenlo por sus obras magníficas, alábenlo por su inmensa grandeza, alábenlo tocando trompetas, alábenlo con arpas y cítaras, alábenlo con tambores y danzas, alábenlo con trompas y flautas, alábenlo con platillos sonoros, alábenlo con platillos vibrantes. Todo ser que alienta alabe al Señor. ¡Aleluya!
Mi fuerza y mí poder es el Señor, él fue mí salvación. El es mi Dios: yo lo alabaré; el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
Aquel día, por medio de Asaf y sus hermanos, inauguró David la alabanza del Señor: Den gracias al Señor, invoquen su nombre, den a conocer sus hazañas a los pueblos; cántenle al son de instrumentos, hablen de sus maravillas;
Canten al Señor toda la tierra, proclamen día tras día su victoria. Cuenten a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones; porque es grande el Señor y muy famoso, y más temible que todos los dioses.
Entonces bendijo al Señor en presencia de toda la comunidad y dijo: Bendito seas, Señor. Dios de nuestro padre, Israel, desde siempre y para siempre. A ti, Señor, la grandeza, el poder, el honor, la majestad y la gloria, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. Tuyo el reino y el que está por encima de todos. Riqueza y gloria vienen de ti. Todo lo gobiernas. En tus manos están la fuerza y el poder, en tus manos engrandecer y fortalecer a quien quieras. Nosotros, Dios nuestro, te damos gracias y alabamos tu nombre glorioso.
Trompetas y cantores entonaron al unísono los himnos y la acción de gracias al Señor; y en medio del fragor de trompetas, címbalos, instrumentos musicales e himnos al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia', una nube llenó el templo, de forma que los sacerdotes
De acuerdo con el pueblo, dispuso que un grupo revestido de ornamentos sagrados marchara en vanguardia cantando y alabando al Señor con estas palabras: 'Den gracias al Señor, porque es eterna su misericordia'. Apenas comenzaron los cantos de júbilo y de alabanza, el Señor sembró discordias entre los amonitas, los moabitas y los serranos de Seír que venían contra Judá, y se mataron unos a otros.
Alabaron y dieron gracias al Señor 'porque es bueno, porque es eterna su misericordia' con Israel. Todo el pueblo alabó con vítores al Señor por haberse echado los cimientos del templo.
Y los levitas Josué, Cadmiel, Baní, Jasabnías, Serebías, Hodiyas, Sebanías y Petajías, dijeron: Levántense, bendigan al Señor, su Dios, desde siempre y por siempre; bendigan su Nombre glorioso, que supera toda bendición y alabanza. Y Esdras rezó: Tú, Señor, eres el único Dios. Tú hiciste los cielos, lo más alto de los cielos y todos sus ejércitos; la tierra y cuantos la habitan, los mares y cuanto contienen. A todos les das vida, y los ejércitos celestes te rinden homenaje.
y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor.
Aquel día, ustedes recitarán: Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es excelso. Tañan para el Señor, que hizo proezas, que las conozca toda la tierra;
Señor, tú eres mi Dios, te ensalzo y te doy gracias, porque realizaste planes admirables, asegurados desde antiguo.
Canten al Señor un cántico nuevo, y su alabanza, confines de la tierra, los que se hacen al mar, los que lo pueblan, las costas y sus habitantes;
para cambiar su ceniza en corona su luto en perfume de fiesta, su abatimiento en traje de gala. Los llamarán Robles del Justo, plantados por el Señor, para su gloria.
Voy a recordar la misericordia del Señor, las alabanzas del Señor: todo lo que hizo por nosotros el Señor, sus muchos beneficios a la casa de Israel, lo que hizo con su compasión y su gran misericordia.
Aunque la higuera no echa yemas y las cepas no dan fruto, aunque el olivo se niega a su tarea y los campos no dan cosechas, aunque se acaban las ovejas del redil y no quedan vacas en el establo; yo festejaré al Señor gozando con mi Dios salvador:
Alégrate, ciudad de Sión: aclama, Jerusalén; mira a tu rey que está llegando: justo, victorioso, humilde, cabalgando un burro, una cría de burra.
Y los grupos que iban delante y detrás gritaban: ¡Sálvanos' por el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Sálvenos desde lo alto!
le dijeron indignados: ¿Oyes lo que dicen ésos? Jesús le replicó: Sí. ¿Nunca han leído aquello: 'De la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza'?.
Entonces dijo María: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador,
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres, que él quiere tanto.
Cuando ya se acercaba, en la bajada del monte de los Olivos, los discípulos en masa, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los milagros que habían visto, diciendo: ¡Bendito el que viene como rey en nombre del Señor!' ¡Del cielo paz y a Dios gloria!
Pero se acerca la hora o. mejor dicho, ha llegado, en que los que dan culto verdadero adorarán al Padre con Espíritu y lealtad, pues el Padre busca hombres que lo adoren así. Dios es Espíritu, y los que lo adoran han de dar culto con Espíritu y lealtad.
A diario frecuentaban el templo en grupo; partían el pan en las casas y comían juntos alabando a Dios con alegría y de todo corazón, siendo bien vistos de todo el pueblo; y día tras día el Señor iba agregando al grupo a los que se iban salvando.
A eso de medianoche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los otros presos escuchaban. De repente vino una sacudida tan violenta que retemblaron los cimientos de la cárcel, las puertas se abrieron de golpe y a todos se les soltaron las cadenas.
y haciendo que los paganos alabaran a Dios por su misericordia. Así lo dice la Escritura: Por eso te alabaré en medio de las naciones y cantaré a tu nombre',
¿Qué concluimos, hermanos? Cuando ustedes se reúnen, cada cual aporta algo: un canto, una enseñanza, una revelación, hablar en lenguas o traducirlas; pues que todo resulte constructivo.
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesús Mesías, Padre cariñoso y Dios que es todo consuelo! EL nos alienta en todas nuestras dificultades, para que podamos nosotros alentar a los demás en cualquier dificultad, con el ánimo que nosotros recibimos de Dios;
Tampoco se emborrachen con vino, que esconde libertinaje; eso si, llénense de Espíritu, exprésense entre ustedes con salmos, himnos y cánticos inspirados, cantando y tocando con toda el alma para el Señor y, por medio de nuestro Señor, Jesús el Mesías, den gracias por todo sin cesar a Dios Padre.
colmados de ese fruto de rectitud que viene por Jesús Mesías, para gloria y alabanza de Dios.
Como cristianos, estén siempre alegres, se lo repito, estén alegres. Que todo el mundo note lo comprensivos que son.
Por último, hermanos, todo lo que sea verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo limpio, todo lo estimable, todo lo de buena fama, cualquier virtud o mérito que haya, eso ténganlo por suyo;
y dando gracias con alegría al Padre, que los ha hecho dignos de tener parte en la herencia de los consagrados, en la luz.
El mensaje del Mesías habite entre ustedes en toda su riqueza: enséñense y aconséjense unos a otros lo mejor que sepan; con agradecimiento canten a Dios de corazón salmos, himnos y cánticos inspirados; y cualquier actividad suya, de palabra o de obra, háganla en honor del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Estén siempre alegres, oren constantemente, den gracias en toda circunstancia, porque esto quiere Dios de ustedes como cristianos'.
Al Rey de los siglos, al inmortal, invisible y único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
cuando dice: 'Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré' , y en otro lugar:
Hermanos, tenemos libertad para entrar en el santuario llevando ¡a sangre de Jesús, y tenemos un acceso nuevo y viviente que él nos ha abierto a través de la cortina, que es su carne, y tenemos además un gran sacerdote al frente de la familia de Dios. Acerquémonos, pues, con sinceridad y plenitud de fe, purificados en lo íntimo de toda conciencia de mal y lavados por fuera con un agua pura;
Por eso nosotros, que recibimos un reino inconmovible, estamos agradecidos; servimos así a Dios, como a él le agrada, con minucioso cuidado,
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesús Mesías! Por su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo, para la viva esperanza que nos dio resucitando de la muerte a Jesús Mesías;
Ustedes, en cambio, son linaje elegido, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo adquirido por Dios, para publicar las hazañas del que los llamó de las tinieblas a su maravillosa luz.
Quien habla, sea portavoz de Dios; quien se dedica al servicio, hágalo con las fuerzas que Dios le da. De modo que sea en lo que sea, Dios reciba gloria por medio de Jesús el Mesías, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.
Crezcan en el favor y el conocimiento de nuestro Señor Jesús el Mesías, a quien sea la gloria ahora y hasta el día eterno, amén.
Miren qué magnífico regalo nos ha hecho el Padre: que nos llamemos hijos de Dios; y además lo somos. La razón de que el mundo no nos reconozca es que no ha reconocido a Dios.
Al único Dios, nuestro salvador, que puede preservarlos de tropiezos y presentarlos ante su gloria exultantes y sin mancha, gloria y majestad, dominio y poderío por Jesús el Mesías, nuestro Señor, desde siempre y ahora y por todos los siglos, amén.
al que hizo de nosotros linaje real y sacerdotes para su Dios y Padre, a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos, amén.
Los cuatro vivientes, cada uno con seis alas, estaban tachonados de destellos por un lado y por otro. Día y noche cantan sin pausa: ¡Santo, santo, santo es el Señor, soberano de todo, el que era y es y ha de venir! Y cada vez que los cuatro vivientes gritan: ¡Gloria y honor y gracias al que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos!, los veinticuatro ancianos se postran ante el que está sentado en el trono, para rendir homenaje al que vive por los siglos de los siglos, y arrojan sus coronas ante el trono diciendo: 'Tú mereces, Señor y Dios nuestro, recibir la gloria, el honor y la fuerza por haber creado el universo: por designio tuyo fue creado y existe.
y aclamaban: ¡El Cordero que está degollado merece todo poderío y riqueza, saber y fuerza, honor, gloria y alabanza! Oí entonces que todas las criaturas del cielo, de la tierra, de bajo la tierra y del mar, todo lo que hay en ellos, respondían: ¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos!
Después de esto apareció en la visión una multitud innumerable de toda nación y raza, pueblo y lengua; estaban de pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos de blanco y con palmas en la mano; aclamaban a gritos: ¡La victoria pertenece a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero! Todos los ángeles que estaban de pie rodeando el trono, los ancianos y los cuatro vivientes, cayeron rostro en tierra ante el trono y rindieron homenaje a Dios, diciendo: Amén. ¡La alabanza, la gloria, la sabiduría, las gracias, el honor, la potencia y la fuerza se deben a nuestro Dios por los siglos de los siglos! Amén.
y decían: ¡Gracias, Señor Dios, soberano de todo, el que eres y eras, por haber asumido tu gran potencia y haber empezado a reinar!
Oí en el cielo una aclamación: ¡Ha sonado la hora de la victoria de nuestro Dios, de su poderío y de su reinado, y de la potestad de su Mesías! Porque han derribado al acusador de nuestros hermanos, al que los acusaba día y noche ante nuestro Dios; ellos lo vencieron con la sangre del Cordero y con el testimonio que pronunciaron sin preferir la vida a la muerte.
cantaban el cántico de Moisés el siervo de Dios y el cántico del Cordero diciendo: Grandes y admirables son tus obras, Señor Dios, soberano de todo; justo y verdadero tu proceder, rey de las naciones. ¿Quién no te respetará?, ¿Quién no dará gloria a tu nombre, si sólo tú eres santo? Todas las naciones vendrán a postrarse ante ti, porque tus justas sentencias se han promulgado.
Oí después en el cielo algo que recordaba el vocerío de una gran muchedumbre; cantaban: Aleluya. ¡La victoria, la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios,
Y del trono salió una voz que decía: ¡Alaben a nuestro Dios todos sus servidores, todos sus fieles, pequeños y grandes! Y oí algo que recordaba el rumor de una gran multitud, el estruendo del océano y el retumbar de fuertes truenos; decían: Aleluya. ¡Ha empezado a reinar el Señor nuestro Dios, soberano de todo!
Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, vitoreándolo al son de instrumentos.
Aclamen al Señor, tierra entera, griten, vitoreen, toquen: toquen la cítara para el Señor, la cítara con los demás instrumentos: con clarines y al son de trompetas aclamen al Rey y Señor.
y los sacerdotes no podían entrar en él porque la gloria del Señor llenaba el templo.
diciendo: 'Bendito sea el nombre de Dios por los siglos de los siglos. El posee la sabiduría y el poder,
cogieron los ramos de las palmas, salieron a su encuentro y empezaron a dar gritos: ¡Sálvanos! ¡Bendito el que llega en nombre del Señor, el rey de Israel!
¡Aleluya! Canten al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; festeje Israel a su Creador, los vecinos de Sión a su Rey. Alaben su nombre con danzas, tañendo para él panderos y cítaras;
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