Sálvanos, pues, Se or y Dios nuestro, reúnenos de en medio de los pueblos, para que podamos alabar tu nombre santo y gozarnos en tus glorias.
Pero llega la hora, ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores darán culto al Padre en esp ritu y en verdad; porque ésos son, precisamente, los adoradores que el Padre desea.
Del director. Por la muerte por el hijo. Salmo. De David. Yo te alabo, Se or, con todo el corazón, Álef refiriendo tus numerosas maravillas.
Por medio de el, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que celebran su nombre.
recitando entre vosotros salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y recitando himnos al Se or de todo corazón,
A él dedicarás tu alabanza, él es tu Dios, que ha hecho por ti esas cosas grandes y terribles que han visto tus ojos.
Y o que todos los seres creados que están en el cielo y sobre la tierra y debajo de la tierra y en el mar, y todo cuanto en éstos hay, respond an: 'Al que está sentado en el trono y al Cordero, la bendición y el honor y la gloria y la fortaleza por los siglos de los siglos'.
que dec an con gran voz: 'Digno es el Cordero que fue degollado de recibir el poder y la riqueza y la sabidur a y la fortaleza y el honor y la gloria y la bendición'.
El Se or es mi fortaleza, él mi escudo, en él espero y él me ayuda: mi corazón se regocija y con mi canto le doy gracias.
De David. Cuando se fingió demente en presencia de Abimélec, y se fue luego, expulsado por él.
con quebranto en los huesos?'. El opresor me insulta, diciéndome sin tregua: '¿Dónde está tu Dios?'.
Lanzó, pues, el pueblo el grito de guerra y sonaron las trompetas. Justamente cuando el pueblo oyó el sonido de las trompetas y lanzó el grito de guerra con gran estrépito, se desplomó la muralla sobre s misma; el pueblo escaló la ciudad, cada uno desde la posición en que se encontraba, y se apoderaron de ella.
Entonces Moisés y los israelitas entonaron este cántico a Yahveh: Cantaré a Yahveh, pues se cubrió de gloria: precipitó en el mar caballos y jinetes.
Del director. De los hijos de Coré. Salmo. Batid palmas, pueblos todos, aclamad al Se or con voces de alegr a.
El que ofrece acción de gracias me da gloria y al perfecto de conducta daré a ver mi salvación.
A mis pies preparan ellos una red para tronchar mi vida; en mi camino excavan una fosa, en la que ellos caerán. Selah Mi corazón, Se or, está dispuesto, mi interior está pronto: quiero cantarte y alabarte. Despertad, mis entra as, despertad, arpa y laúd: yo quiero despertarme con la aurora.
Una vez que te he visto en el santuario, que he contemplado tu fuerza y tu esplendor - que mejor que la vida es tu gracia, y mis labios te alaban -,
Del director. Canto. Salmo. Aclama al Se or, toda la tierra, cantad a la gloria de su nombre; poned unción en la alabanza,
Salmo. Canto. Para el d a del sábado. Bueno es dar gracias al Se or y salmodiar, Alt simo, a tu nombre,
Entonad al Se or un canto nuevo, salmodiad a Yahveh, todo el pa s, aclamad al Se or y bendecid su nombre, anunciad su salvación d a tras d a;
Entrad por sus portales con acción de gracias, con alabanzas por sus atrios; rendidle honor y bendecid su nombre,
De David. Bendice, alma m a, al Se or, y todo mi interior, su santo nombre; bendice, alma m a, al Se or, y no olvides sus numerosas recompensas.
Dad gracias al Se or e invocad su nombre, pregonad sus proezas a los pueblos. Cantadle y celebradle, meditad en sus portentos;
No a nosotros, Se or, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria, por tus mercedes y tu lealtad.
Alabad al Se or, todos los pueblos; ensalzadle, todas las naciones. Grande es su amor hacia nosotros, y su lealtad dura por siempre. Aleluya.
De David. Te doy gracias de todo el corazón, frente a los dioses yo te canto, ante tu santo templo yo me postro y bendigo tu nombre, por tus mercedes y tu lealtad pues tus promesas superan tu renombre.
Alabanza. De David. Yo te quiero ensalzar, mi Dios, el rey, quiero por siempre bendecir tu nombre, cada d a celebrarte y enaltecer tu nombre por los siglos. Muy grande es el Se or y digno de alabanza, su grandeza, insondable.
Aleluya. Alaba, alma m a, al Se or: alabar quiero al Se or mientras viviere, ta er para mi Dios mientras exista.
Aleluya. Alabad al Se or, porque es bueno cantar a nuestro Dios, porque es grato, y la alabanza le es debida.
Aleluya. Alabad al Se or en su santuario, alabadlo en su majestuoso firmamento alabadlo por sus prodigios, alabadlo por su inmensa grandeza. Alabadlo con sones de trompeta, alabadlo con laúdes y con arpa, alabadlo con tamboriles y con danza, alabadlo con sistros y con flautas, alabadlo con c mbalos sonoros, alabadlo con c mbalos de júbilo. Todo cuanto respira alabe al Se or. Aleluya.
Yah es mi fuerza y objeto de mi canto; él ha sido salvación para m. Él es mi Dios, y yo lo alabaré; es el Dios de mi padre, y lo ensalzaré.
'Dad gracias al Se or e invocad su nombre, pregonad sus proezas a los pueblos. Cantadle y celebradle, meditad en sus portentos; gloriaos en su nombre sacrosanto, y que se alegre el corazón de los que buscan al Se or.
¡Aclamad al Se or y bendecid su nombre, anunciad su salvación d a tras d a; publicad entre las gentes su renombre y en todas las naciones sus portentos! Pues grande es el Se or y digno de alabanza, sobre todos los dioses, el temible.
Bendijo entonces David a Yahveh en presencia de toda la asamblea diciendo: '¡Bendito seas tú, Yahveh, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre y para siempre! Tuya es, oh Yahveh, la grandeza, el poder o, la magnificencia, el esplendor y la majestad, pues tuyo es cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuya es, oh Yahveh, la realeza, pues tú te alzas sobre todas las cosas como due o De ti vienen la riqueza y la gloria. Tú lo dominas todo, pues en tu mano está la fuerza y el poder, y es tu mano la que engrandece y da firmeza. Ahora, pues, oh Dios nuestro, te celebramos, y alabamos tu nombre glorioso.
sucedió que trompeteros y cantores al un sono hac an o r su voz, alabando y celebrando a Yahveh, y elevaban el sonido de las trompetas, de los c mbalos y de los instrumentos músicos en alabanza de Yahveh, porque es bueno, porque su misericordia es eterna. Y en aquel momento, una nube llenó el templo de Yahveh, de manera que los sacerdotes no pudieron quedarse all para su ministerio a causa de la nube, pues la gloria de Yahveh hab a llenado el templo de Dios.
Luego, tras haber deliberado con el pueblo, designó a los que hab an de cantar a Yahveh y entonarle alabanzas, los cuales, revestidos de ornamentos sagrados, salieron al frente de la tropa, diciendo: 'Alabad a Yahveh, porque es eterna su misericordia'. Y en el momento en que ellos comenzaban las aclamaciones y las alabanzas, Yahveh suscitó discordias entre los amonitas, los moabitas y los del monte Se r, que ven an contra Judá, y fueron derrotados.
Y cantaban alternativamente, alabando y ensalzando a Yahveh: 'Porque es bueno, porque es eterna su misericordia hacia Israel'. Y todo el pueblo prorrump a a grandes voces en alabanzas a Yahveh, porque se hab an echado ya los cimientos del templo de Yahveh.
Y dijeron los levitas Josué, Cadmiel, Ban, Jasabn as, Sereb as, Hod as, Seban as y Petaj as: 'Levantaos y bendecid a Yahveh, vuestro Dios, de eternidad en eternidad. Y bendigan tu nombre glorioso, que está por encima de toda bendición y alabanza'. Y Esdras dijo: '¡Tú eres Yahveh! ¡Tú el único! Tú has hecho los cielos, los cielos de los cielos y todo su ejército, la tierra y cuanto hay en ella, los mares y cuanto en ellos hay. Tú das vida a todo ello, y el ejército de los cielos se postra ante ti.
y dijo: 'Desnudo sal del seno de mi madre y desnudo volveré a él. Yahveh me lo dio, Yahveh me lo quitó. ¡Bendito sea el nombre de Yahveh!'.
Aquel d a diréis: 'Alabad a Yahveh, invocad su nombre, anunciad en los pueblos sus obras, proclamad que su nombre es excelso. Cantad a Yahveh, que ha hecho maravillas; divulgadlo por toda la tierra.
Yahveh, tú eres mi Dios; yo te ensalzo y alabo tu nombre, porque has realizado planes admirables desde antiguo con fiel fidelidad;
Cantad a Yahveh un cántico nuevo, su alabanza desde el conf n de la tierra. Brame el mar y cuanto contiene, las islas y sus habitantes.
para alegrar a los enlutados de Sión; para darles corona en vez de ceniza, óleo de alegr a en vez de luto, canto de alabanza en vez de apocamiento. Se les llamará terebintos de justicia, plantación de Yahveh para gloria suya.
Los favores de Yahveh recordaré, las alabanzas de Yahveh, por todo lo que hizo Yahveh con nosotros, por su gran bondad con la casa de Israel, la que él le demostró según su compasión y según la multitud de sus favores.
Cantad a Yahveh, alabad a Yahveh, porque libró la vida del pobre de la mano de los malvados.
La higuera no echará brotes, no darán fruto las vi as, fallará el producto del olivo, los campos no darán alimentos, faltarán las ovejas en el aprisco, no habrá vacas en los establos; pero yo me alegraré en Yahveh, me gozaré en Dios mi salvador.
Salta de gozo, hija de Sión, da gritos de júbilo, hija de Jerusalén. Mira a tu rey que viene a ti: es justo y victorioso, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de un asna.
La gente que iba delante y detrás, gritaba diciendo: '¡ Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Se or! ¡ Hosanna en las alturas!'.
y le dijeron: '¿Oyes lo que están diciendo éstos?'. Pero Jesús les responde: 'S. ¿No habéis le do nunca que De la boca de párvulos y ni os y de infantes te has procurado alabanza?'.
Dijo entonces Mar a: 'Canta mi alma la grandeza del Se or, y mi esp ritu salta de gozo en Dios, mi salvador,
Y, de repente, apareció con el ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios, diciendo: 'Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres, objeto de su amor'.
Acercándose ya a la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los disc pulos, llenos de alegr a, comenzaron a alabar a Dios a grandes voces por todos los prodigios que hab an visto, y exclamaban: '¡Bendito el que viene, el rey, en el nombre del Se or! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!'.
Pero llega la hora, ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores darán culto al Padre en esp ritu y en verdad; porque ésos son, precisamente, los adoradores que el Padre desea. Dios es esp ritu; y los que lo adoran tienen que adorarlo en esp ritu y verdad'.
Acud an diariamente al templo con perseverancia y animados por un mismo esp ritu, part an el pan por las casas y tomaban juntos el alimento con alegr a y sencillez de corazón; alababan a Dios y ten an el favor de todo el pueblo. Y el Se or agregaba d a tras d a a la comunidad a los que obten an la salvación.
Alrededor de la media noche Pablo y Silas, puestos en oración, cantaban himnos a Dios; los restantes presos les estaban escuchando. De repente sobrevino un gran terremoto que hizo temblar los cimientos de la cárcel. Al instante se abrieron todas las puertas y a todos se les soltaron los grilletes.
y para que los gentiles, a su vez, glorifiquen a Dios, demostrando as que es misericordioso, según está escrito: Por eso te alabaré en medio de los pueblos y cantaré himnos en honor de tu nombre.
¿Qué conclusión sacar, hermanos? Cuando os reun s, cada uno puede tener un himno, una ense anza, una revelación, un lenguaje, una interpretación: que todo sirva para edificación.
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Se or Jesucristo, el Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo! Él nos consuela en toda tribulación, hasta el punto de que, mediante esa consolación con la que a nosotros mismos nos consuela Dios, podamos consolar a los que están en toda clase de tribulación.
a ser nosotros alabanza de su gloria, los que ya de antes ten amos puesta en Cristo la esperanza.
Y no os embriagueis con vino, que lleva al desenfreno, sino dejaos llenar de Esp ritu, recitando entre vosotros salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y recitando himnos al Se or de todo corazón, con incesantes acciones de gracias por todo a Dios Padre, en nombre de nuestro Se or Jesucristo.
llenos del fruto de justicia que se obtiene por medio de Cristo, para gloria y alabanza de Dios.
En fin, hermanos, todo lo que hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, si hay alguna virtud o algo digno de alabanza, todo eso tenedlo como cosa propia.
deis gracias al Padre que os capacitó para participar de la herencia del pueblo santo en la luz.
La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza: ense aos y amonestaos mutuamente con toda sabidur a; cantad en vuestros corazones a Dios, con gratitud, salmos, himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hagáis, de palabra o de obra, hacedlo en nombre del Se or Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Estad siempre alegres. No dejéis nunca de orar. Dad gracias en toda ocasión; pues esto es lo que Dios desea de vosotros en Cristo Jesús.
¡Al rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén!
cuando dice: Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en plena asamblea cantaré tus alabanzas.
As, pues, hermanos, tenemos entera confianza para entrar en el 'lugar sant simo' en virtud de la sangre de Jesús: entrada que él inauguró para nosotros, como un camino nuevo y vivo, a través del velo, o sea, de su carne. Y tenemos as un gran sacerdote al frente de la casa de Dios. Acerquémonos, pues, con corazón sincero y fe plena, purificado el corazón de toda impureza de conciencia y lavado el cuerpo con agua pura.
Por lo tanto, al recibir un reino resistente a toda sacudida, mantengamos esta gracia y, por medio de ella, demos a Dios el culto que le agrada, con un religioso temor,
Bendito Dios, Padre de nuestro Se or Jesucristo, quien según su gran misericordia, nos reengendró a una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos,
Vosotros, en cambio, sois linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para anunciar las magnificencias del que os llamó de las tinieblas a su maravillosa luz.
El que predica, hágalo como quien profiere palabras de Dios; el que ejerce un ministerio, como quien tiene poder otorgado por Dios. Y as, en todas las cosas será Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Creced en gracia y conocimiento de nuestro Se or y Salvador Jesucristo. A él la gloria ahora y para el d a de la eternidad. [Amén.]
Ved qué gran amor nos ha dado el Padre: que nos llamemos hijos de Dios. ¡Y lo somos! Por eso no os conoce el mundo, porque no lo conoció a él.
A aquel que puede guardaros sin pecado y presentaros ante su gloria irreprensibles con júbilo; al único Dios, nuestro Salvador, por medio de Jesucristo, nuestro Se or, gloria, magnificencia, fuerza y poder desde antes de todos los siglos, ahora y por todos los siglos. Amén.
y de nosotros hizo un reino, sacerdotes para Dios, su Padre: a él la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
Cada uno de los cuatro seres vivientes tiene seis alas; y alrededor y por dentro están llenos de ojos. De d a y de noche claman sin descanso: 'Santo, santo, santo, Se or Dios, todo poderoso, el que era y el que es y el que ha de venir'. Y cada vez que los seres vivientes den gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, caerán los veinticuatro ancianos ante el que está sentado en el trono, adorarán al que vive por los siglos de los siglos y arrojarán sus coronas ante el trono, diciendo: 'Digno eres, Se or y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder. Porque tú creaste todas las cosas, por tu voluntad existen y fueron creadas'.
que dec an con gran voz: 'Digno es el Cordero que fue degollado de recibir el poder y la riqueza y la sabidur a y la fortaleza y el honor y la gloria y la bendición'. Y o que todos los seres creados que están en el cielo y sobre la tierra y debajo de la tierra y en el mar, y todo cuanto en éstos hay, respond an: 'Al que está sentado en el trono y al Cordero, la bendición y el honor y la gloria y la fortaleza por los siglos de los siglos'.
Después miré y apareció una muchedumbre inmensa que nadie pod a contar, de toda nación, tribus, pueblos y lenguas, que estaban de pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos de túnicas blancas y con palmas en las manos. Y gritan con gran voz, diciendo: 'La salvación se debe a nuestro Dios, al que está sentado en el trono, y al Cordero'. Todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron ante el trono y adoraron a Dios, diciendo: 'Amén. La bendición y la gloria, la sabidur a y la acción de gracias, el honor, el poder y la fortaleza a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén'.
diciendo: 'Te damos gracias, Se or, Dios todopoderoso, el que es y el que era, porque has recobrado tu gran poder, y has comenzado a reinar.
Y o una gran voz en el cielo que dec a: 'Ahora ya ha llegado la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios y el imperio de su Cristo. Porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que d a y noche los acusaba ante nuestro Dios. Pero ellos lo han vencido por la sangre del Cordero y por el testimonio que dieron, pues no amaron su vida tanto que rehuyeran la muerte.
cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: 'Grandes y admirables son tus obras, Se or, Dios todopoderoso; justos y verdaderos tus caminos, rey de las naciones. ¿Quién no temerá, Se or, y no glorificará tu nombre? Porque sólo tú eres santo, porque todos los pueblos vendrán y se postrarán ante ti, porque tus justos designios han quedado manifiestos'.
Después de esto o un gran clamor en el cielo, como de numerosa muchedumbre, que dec a: '¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
Y salió del trono una voz que dec a: 'Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, los que le teméis, peque os y grandes'. Y o un clamor como de numerosa muchedumbre, como estruendo de muchas aguas y estampido de poderosos truenos, que dec a: '¡Aleluya! Porque ha comenzado a reinar el Se or, nuestro Dios todopoderoso.
Venid, cantemos al Se or, aclamemos la roca de nuestra salvación. Vayamos a su encuentro con acción de gracias, aclamémoslo, al ritmo de canciones.
Aclamad al Se or, toda la tierra, estallad en ovaciones y cantares; salmodiad al Se or al son de liras, con liras e instrumentos músicos, con clarines y clamores de trompeta: aclamad al rey Yahveh.
Y todos los israelitas, al ver bajar el fuego y la gloria de Yahveh sobre el templo, se postraron rostro en tierra sobre el pavimento y adoraron y alabaron a Yahveh: 'Porque es bueno, porque es eterna su misericordia'.
diciendo: 'Bendito sea el nombre de Dios de eternidad en eternidad, porque suyas son la sabidur a y la fuerza.
tomaron ramas de palmera y salieron a su encuentro, gritando: '¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Se or: el rey de Israel!'.
Aleluya. Entonad al Se or una canto nuevo, su alabanza en la asamblea de los justos. Que se alegre Israel en su hacedor y los hijos de Sión se gocen en su rey. Que celebren su nombre con la danza, que le canten, con adufes y con arpas,
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