Mas para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados (dijo entonces al paralítico): ¡Levántate, toma tu cama y véte a tu casa!
Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¡Qué manera de hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen!
¶Y recorrió Jesús toda la Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y proclamando la buena nueva del reino, y sanando toda dolencia y toda enfermedad entre el pueblo. Y su fama se extendió por toda la Siria; y traíanle todos los que estaban enfermos, atacados por diversas enfermedades y tormentos, y los endemoniados, y los lunáticos, y los paralíticos; y él los sanaba.
Nadie me la quita, sino que la pongo de mí mismo. Poder tengo para ponerla, y poder tengo para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
El cual, siendo la refulgencia de su gloria, y la exacta expresión de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su poder, cuando hubo hecho la purificación de nuestros pecados, sentóse a la diestra de la Majestad en las alturas,
¶Y sucedió que cuando Jesús hubo acabado de decir estas palabras, las multitudes quedaron asombradas de su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no a la manera de los escribas de ellos.
porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no a la manera de los escribas de ellos.
¶Y aconteció en uno de aquellos días, que estaba enseñando, y había allí sentados fariseos y doctores de la ley, que habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea, y de Jerusalem: y el poder del Señor estaba presente con él, para sanar a los enfermos.
Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él ni una sola cosa de lo que ha sido hecho fué hecha.
¿QUIÉN es éste que viene de Edom, con ropas teñidas, desde Bozra; éste tan magnífico en su traje, caminando majestuosamente en la grandeza de su poder? ¡Yo, que hablo en justicia, poderoso para salvar!
Y cuando era la tarde, le trajeron muchos endemoniados; y echó fuera los demonios con una palabra; y sanó a todos los que tenían algún mal: de modo que se cumpliera lo que fué dicho por medio del profeta Isaías, que dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y cargó con nuestras dolencias.
Por lo cual también, puede salvar hasta lo sumo a los que se acercan a Dios por medio de él, viviendo siempre para interceder por ellos.
Y Jesúsles dice: ¿Por qué sois cobardes, hombresde poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos, y al mar; y fué hecha grande bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¡Qué manera de hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen!
que fué declarado ser Hijo de Dios, con poder, según el espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos,)
relativo a Jesús de Nazaret; cómo Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder; el cual anduvo haciendo bienes por todas partes, y sanando a todos los oprimidos del diablo; porque Dios era con él.
A éste, Dios le ensalzó con su diestra para ser Príncipe y Salvador, a fin de dar arrepentimiento a Israel, y remisión de pecados.
mas para los que son llamados de Dios, así judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios.
¶Y rodeaba Jesús por todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando la buena nueva del reino, y sanando toda suerte de enfermedad y toda dolencia.
LLAMANDO a sí a sus doce discípulos, les dió autoridad sobre los espíritus inmundos, para echarlos fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.
Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoce nadie, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar.
Y a la cuarta vigilia de la noche, Jesús fué hacia ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Es un aparecido! y de miedo comenzaron a dar voces. Pero al instante Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy; no tengáis miedo!
Y cuando le conocieron los hombres de aquel lugar, enviaron por toda aquella tierra alrededor, y le trajeron todos los que estaban enfermos; y le rogaban que les permitiese tocar siquiera el borde de su vestido; y cuantos le tocaron, quedaron perfectamente sanos.
Y vinieron a él grandes multitudes, que traían consigo cojos, ciegos, mudos, mancos y otros muchos enfermos, y los echaron a sus pies; y él los sanó: de manera que la multitud se maravillaba, cuando veía a los mudos hablando, a los mancos sanos, a los cojos andando, a los ciegos con vista; y glorificaron al Dios de Israel.
Y yo también te digo a ti, que tú eres Pedro, y sobre esta Roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del sepulcro no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ligares sobre la tierra, será ligado en el cielo; y lo que desatares sobre la tierra, será desatado en el cielo.
Y él les dijo: A causa de vuestra poca fe; pues en verdad os digo, que si tuvieseis fe como un grano de mostaza, pudierais decir a esta montaña: Pásate de aquí allá, y se pasaría; y nada os sería imposible. Mas este género no sale sino en virtud deoración y ayuno.
En verdad os digo, que todo lo que ligareis sobre la tierra, será ligado en el cielo; y todo lo que desatareis sobre la tierra, será desatado en el cielo. Otra vez os digo, que si dos de vosotros convinieren sobre la tierra respecto de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres se hallan reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Acercándose entonces Jesús, les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y sobre la tierra.
Y todos se llenaron de asombro, de tal manera que cuestionaban entre sí, diciendo: ¿Qué cosa es ésta? ¿Qué nueva enseñanza? Porque aun a los espíritus inmundos manda con autoridad, y le obedecen. E inmediatamente su fama divulgóse por dondequiera, en toda la región en derredor de Galilea.
Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Pero había allí, sentados, algunos de los escribas, que discurrían en sus corazones, diciendo: ¿Por qué habla este hombre así? ¡Blasfema! ¿quién puede perdonar pecados sino solo Dios? Y luego, conociendo Jesús en su espíritu que discurrían entre sí de esta manera, les dice: ¿Por qué discurrís tales cosas en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados son perdonados; o decirle: Levántate, y alza tu camilla y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados (dice al paralítico): A ti digo: ¡Levántate, alza tu camilla, y véte a tu casa! Y levantóse, y alzando al punto la camilla, salió delante de todos ellos; de modo que quedaron asombrados todos, y glorificaban a Dios, diciendo: ¡Jamás vimos semejante cosa!
porque había sanado a muchos, de modo que caían sobre él para tocarle cuantos tenían mal alguno. Los espíritus inmundos también, siempre que le veían, caían en tierra delante de él, y gritaban, diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios!
Y habiendo despertado, reprendió al viento, y dijo a la mar: ¡Calla! ¡sosiégate! Y calmó el viento, y sucedió una grande bonanza. Y a ellos les dijo: ¿Por qué sois cobardes? ¿no tenéis fe todavía? Y ellos temieron con gran temor y decían unos a otros: ¿Quién, pues, es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?
Y LLEGARON a la otra orilla del mar, al país de los Gadarenos. Y saliendo él de la barca, en seguida le vino al encuentro, desde los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo; el cual tenía su morada en los sepulcros; y ninguno le podía atar, ni aun con cadenas; porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas; y las cadenas habían sido rotas por él, y los grillos hechos pedazos; ni nadie tenía fuerzas para domarle. Y todo el tiempo, de noche y de día, iba dando voces por las montañas, y en los sepulcros, y cortándose con piedras. Y viendo a Jesús de lejos, corrió y prosternóse ante él; Y clamando a gran voz, decía: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡te conjuro por Dios que no me atormentes! porque le había dicho: Sal de este hombre, espíritu inmundo. Y le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? Y él dijo: Legión es mi nombre; porque somos muchos. Y le rogaba con instancia que no los enviase fuera del país. Mas había allí, en la falda de la serranía, una grande piara de cerdos, paciendo. Y los demonios le rogaron, diciendo: Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos. Y se lo permitió. Salieron entonces los espíritus inmundos, y entraron en los cerdos; y la piara (eran como dos mil), lanzóse furiosamente por un despeñadero en el mar y se ahogaron en el mar. Y los que los apacentaban huyeron, y lo contaron en la ciudad y por los campos. Salieron, pues, las gentes a ver qué era aquello que había acontecido. Y vienen a Jesús, y miran al endemoniado sentado, vestido y en su juicio cabal; el mismo que había tenido la legión; y tuvieron temor. Y les refirieron los que lo habían visto, cómo esto había acontecido al endemoniado, y aquello de los cerdos. Y comenzaron a rogarle que se retirase de los términos de ellos. Y como iba a entrar en la barca, aquel que había sido endemoniado le rogaba que le permitiese estar con él. Pero Jesús no lo consintió; antes le dijo: Véte a tu casa, a los tuyos, y diles cuán grandes cosas el Señor ha hecho por ti, y cómo se ha compadecido de ti. Y él se fué, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho por él: y todos se maravillaban.
¶Y una mujer, que hacía doce años que padecía flujo de sangre, y había sufrido mucho por parte de muchos médicos, y había gastado todo su haber, y nada había aprovechado, sino antes le iba peor; habiendo oído las cosas que contaban de Jesús, llegóse en el gentío, detrás de él, y tocó su vestido: porque decía: ¡Si yo tocare siquiera su vestido, sanaré! Y al instante se secó la fuente de su sangre, y conoció en su cuerpo que estaba sana de aquel azote. Y luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que de él había salido, se volvió en medio del gentío, y dijo: ¿Quién tocó mis vestidos? Y sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿quién me tocó? Pero él seguía mirando en derredor para ver a aquella que había hecho esto. La mujer, pues, temerosa y temblorosa, sabiendo lo que le había sido hecho, vino, y cayendo en tierra delante de él, le dijo toda la verdad. Mas él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; véte en paz, y queda sana de tu azote:
Y tomándola de la mano, le dice: Talitha cumi; que traducido, quiere decir: Niña, a ti te digo, levántate. Y al instante la doncella se levantó, y echó a andar; pues era de doce años. Y ellos se asombraron con grande asombro.
¶Y llamó a sí los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos: y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos;
Y dondequiera que entraba, en aldeas, o en ciudades, o en los campos, ponían a los enfermos en las plazas, y le rogaban les permitiese tocar siquiera el borde de su vestido: y cuantos le tocaron, quedaron sanos.
Entonces mandó que la multitud se recostase sobre la tierra; y tomó los siete panes, y habiendo dado gracias, los partió, y los dió a sus discípulos, para que se los pusiesen delante; y ellos los pusieron delante del pueblo. Tenían también unos pocos pececillos; y habiéndolos bendecido, mandó poner éstos también delante de ellos. Y comieron y se saciaron; y alzaron de pedazos que sobraron siete espuertas. Y los que habían comido eran como cuatro mil; y los despidió.
Y Jesús, mirándolos, dice: Para los hombres esto es imposible, mas no para Dios; pues todas las cosas son posibles para Dios.
Y estas señales acompañarán a los que creyeren: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán en nuevas lenguas; alzarán serpientes; y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán las manos, y sanarán.
El Espíritu del Señor está sobre mí; por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y a los ciegos recobro de la vista; para poner en libertad a los oprimidos; para proclamar el año de la buena voluntad del Señor.
Y apoderóse asombro de todos ellos, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es ésta? porque con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen. Y se iba divulgando su fama por todo lugar de la comarca.
¶Y sucedió que estando él en una de las ciudades, vino un hombre lleno de lepra, y cuando vió a Jesús, cayó sobre el rostro, y le rogaba, diciendo: ¡Señor, si quieres, puedes limpiarme! Y extendiendo Jesús la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra apartóse de él.
Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados (dice al paralítico) : A ti te digo: ¡Levántate, y alzando tu lecho, véte a tu casa!
¶Y al bajar con ellos, se detuvo en un lugar llano, con un numeroso concurso de sus discípulos, y una inmensa muchedumbre del pueblo, procedente de toda la Judea, de Jerusalem, y del litoral de Tiro y Sidón; que habían venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades: y también los atormentados de espíritus inmundos fueron sanados. Y toda la multitud procuraba tocarle; porque salía de él poder que sanaba a todos.
Y acercándose, tocó las andas; y los que le llevaban se pararon. Y dijo ¡Mancebo, yo te digo: Levántate! E incorporóse el muerto, y comenzó a hablar; y lo dió a su madre.
En aquella hora sanó a muchos de dolencias, y de plagas, y de espíritus malignos; y a muchos que eran ciegos les dió vista.
Entonces les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Mas ellos, llenos de pavor, se maravillaban, diciéndose unos a otros : ¿Quién, pues, es éste, que aun a los vientos y al agua los manda, y le obedecen?
¶Y una mujer que hacía doce años que padecía flujo de sangre, la cual había gastado en médicos todo su sustento, y no había podido ser sanada por ninguno, llegándose por detrás de él, tocó el borde de su vestido; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. Y dijo Jesús: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negándolo todos, dijo Pedro, y los que con él estaban: ¡Maestro, las turbas de gente te aprietan y oprimen! y tú dices: ¿Quién me ha tocado? Pero Jesús dijo : Alguien me tocó; porque yo sentí que ha salido virtud de mí. Viendo pues la mujer que no se escondía, vino temblando, y postrándose delante de él, declaró en presencia de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; véte en paz.
Y HABIENDO convocado a los doce, les dió poder y autoridad sobre todos los demonios, y para curar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar los enfermos.
Y al saberlo las multitudes, le siguieron; y él las recibió, y les hablaba del reino de Dios, y sanaba a los que tenían necesidad de ser curados.
Y todos estaban atónitos de la grandeza de Dios. ¶Empero mientras todos se maravillaban de todas las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
¶Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: ¡Señor, hasta los demonios se nos sujetan en tu nombre! Y él les dijo: Yo veía a Satanás que caía del cielo como un rayo. He aquí, os he dado potestad para hollar serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo; y nada os dañará.
Mas él dijo: Las cosas que son imposibles para con los hombres, posibles son para con Dios.
Y he aquí que yo envío sobre vosotros la promesa de mi Padre; mas quedaos en la ciudad de Jerusalem hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto.
¶Y el Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su glorila, gloria como del Unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Jesús les dice: Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta el borde. Díceles entonces: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. Y cuando el maestresala probara el agua hecha vino, sin saber de donde era (bien que lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua), el maestresala llama al esposo,
Pues como el Padre levanta a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.
En verdad, en verdad os digo, que quien oye mi palabra, y cree a aquel que me envió, tiene vida eterna, y no entra en condenación, sino que ha pasado ya de muerte a vida. En verdad, en verdad os digo, que viene la hora, y ahora es, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que oyen vivirán.
Díjoles Jesús: Yo soy el pan de la vida: el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca jamás tendrá sed.
Es el espíritu el que da vida, la carne de nada aprovecha: las palabras que yo os he hablado espíritu y vida son.
Otra vez, pues, Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida.
El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir: yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
y yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dió, mayor es que todos; y nadie es poderoso para arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno.
Jesús le dice: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá jamas. ¿Crees tú esto?
Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.
En verdad, en verdad os digo: El que creyere en mí, las obras que yo hago, él las hará también; y mayores que éstas hará, por cuanto yo voy al Padre. Y todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, eso haré yo, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si pidiereis algo en mi nombre, yo lo haré.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos: el que mora en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
Estas cosas os he dicho, para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis tribulación; pero tened buen ánimo; yo he vencido al mundo.
según le has dado poder sobre toda carne, para que a todos aquellos que le has dado, les dé vida eterna.
mas recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo; y seréis mis testigos, así en Jerusalem como en toda la Judea y Samaria, y hasta los últimos confines de la tierra.
¶¡Varones de Israel, escuchad estas palabras! Jesús Nazareno, varón acreditado para vosotros, de parte del mismo Dios, por obras poderosas, y maravillas, y señales que hizo Dios por él en medio de vosotros (como vosotros mismos lo sabéis),
¡Sepa pues certísimamente toda la casa de Israel, que Dios ha hecho Señor y Cristo a este mismo Jesús a quien vosotros crucificasteis!
Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo, eso te doy: ¡En el nombre de Jesucristo el Nazareno, levántate y anda!
sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis, a quien Dios resucitó de entre los muertos, y por la virtud de él mismo, éste se presenta aquí delante de vosotros sano.
mientras tú extiendas la mano para sanar, de manera que señales y maravillas sean hechas en el nombre de tu santo siervo Jesús!
¶Y por las manos de los apóstoles fueron hechas muchas señales y maravillas entre el pueblo; y de común acuerdo se reunían todos en el Pórtico de Salomón;
Esto lo hacía muchos días: mas Pablo, llevándolo muy a mal, volvióse y dijo al espíritu: Yo te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora.
Porque si por la transgresión del uno, la muerte reinó por medio del uno, mucho más, los que han recibido la abundancia de la gracia y del don de la justicia, reinarán en vida por medio del otro, Jesucristo.
sabiendo que Cristo, habiendo sido resucitado de entre los muertos, no muere ya más; la muerte ya no tiene más dominio sobre él. Porque en cuanto a morir, murió al pecado una vez para siempre; pero en cuanto a vivir, vive para Dios.
Pero si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó a Cristo de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales, por medio de su Espíritu que habita en vosotros.
¿quién es el que condena? ¡Cristo Jesús es el que murió; más aún, el que fué levantado de entre los muertos; el que está a la diestra de Dios; el que también intercede por nosotros!
y Dios no sólo resucitó al Señor Jesús, sino que nos resucitará a nosotros también por medio de su poder.
pero ¡gracias a Dios que nos da la victoria, por medio de nuestro Señor Jesucristo!
Y él me ha dicho: Bástate mi gracia; pues que mi poder se perfecciona en tu flaqueza. Por tanto yo muy gustosamente me gloriaré con preferencia en mis flaquezas, para que el poder de Cristo haga morada conmigo.
y cuál la soberana grandeza de su poder para con nosotros que creemos, conforme a aquella operación de la potencia de su fortaleza, que obró en Cristo, cuando le levantó de entre los muertos, y le sentó a su diestra en las regiones celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino en el venidero:
rogando que os conceda, según la riqueza de su gloria, que seáis fortalecidos con poder, por medio de su Espíritu, en el hombre interior; que habite Cristo en vuestros corazones, por medio de la fe; a fin de que, estando arraigados y cimentados en amor,
Por lo cual Dios también le ha ensalzado soberanamente, y le ha dado nombre que es sobre todo nombre; para que en el nombre de Jesús, toda rodilla se doble; tanto de lo celestial, como de lo terrenal y de lo infernal; y toda lengua confiese que Jesucristo es SEÑOR para gloria de Dios Padre.
porque por él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles, ora sean tronos, o dominios, o principados, o poderes; todas las cosas por medio de él y para él fueron creadas; y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas subsisten en él.
Porque plugo al Padre que la plenitud de todo residiese en él; y que por medio de él reconciliase consigo mismo todas las cosas, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de su cruz; por medio de él, digo, ora sean cosas sobre la tierra, ora cosas en el cielo.
porque en él reside toda la plenitud de la Deidad corporalmente; y vosotros estáis completos en él, el cual es la cabeza de todo principado y potestad:
Porque nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabra solamente, sino en poder, y en el Espíritu Santo, y en mucha y plena seguridad; como vosotros sabéis qué manera de personas éramos para con vosotros, por vuestra causa.
los cuales sufrirán el castigo de eterna perdición, procedente de la presencia del Señor y de la gloria de su poder,
Fiel es este dicho, y digno de ser recibido de todos, que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores; de los cuales yo soy el primero. Sin embargo, para esto fuí recibido a misericordia, para que en mí, el primero, Jesucristo mostrase toda su extremada paciencia, como ejemplo para los que después hubiesen de creer en él para vida eterna. ¡Y al rey de los siglos, inmortal, invisible, al solo verdadero Dios, sea honra y gloria para siempre jamás! Amén.
mas ha sido ahora manifestada por medio del aparecimiento de nuestro Salvador Cristo Jesús, el cual ha abolido la muerte, y ha sacado a luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio;
Así que, por cuanto los hijos participan en común de carne y sangre, él también de la misma manera tomó parte en ellas, para que, por medio de la muerte, destruyese a aquel que tiene el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librase a aquellos que, por temor de la muerte, durante toda su vida están sujetos a servidumbre.
Porque no tenemos un sumo sacerdote que sea incapaz de compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo punto, así como nosotros, mas sin pecado. Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para que alcancemos misericordia y hallemos gracia para ayudarnos en tiempo oportuno.
quien mismo llevó nuestros pecados en su propio cuerpo sobre el madero, a fin de que nosotros, estando muertos a los pecados, viviésemos a la justicia: por cuyas llagas vosotros fuisteis sanados.
Porque Cristo también padeció por los pecados, una vez para siempre, el justo por los injustos, a fin de llevarnos a Dios, cuando fué muerto en cuanto a la carne, pero vivificado en cuanto al espíritu;
quien obra el pecado, del diablo es; porque desde el principio el diablo peca. A este intento fué manifestado el Hijo de Dios, es decir, para destruir las obras del diablo.
Porque todo aquel que es engendrado de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que vence al mundo, es a saber, nuestra fe. Pues ¿quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
¶Yo soy el Alpha y la Omega, el Principio y el Fin, dice el Señor Dios, el que es, y que era, y que ha de venir, el Todopoderoso.
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