Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene en la tierra autoridad de perdonar pecados (dice entonces al paralítico): ¡Levántate, toma tu catre y vete a tu casa!
Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Quién° es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?
Y recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.° Y su fama se difundió por toda Siria, y le trajeron a todos los que padecían males, afligidos por diversas enfermedades y tormentos, endemoniados, lunáticos, y paralíticos; y los sanó.
Nadie me la quita, sino que Yo la pongo de mí mismo.° Tengo autoridad para ponerla y tengo autoridad para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
quien siendo el resplandor de su gloria y la imagen misma de su ser, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de los° pecados,° se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
Y sucedió que cuando Jesús terminó estas palabras, las multitudes quedaron asombradas de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas de ellos.°
En uno de aquellos días, aconteció que° estaba enseñando, y había allí sentados unos fariseos y doctores de la ley, los cuales habían llegado de todas las aldeas de Galilea y de Judea, y de Jerusalem, y el poder del Señor estaba en Él para sanar.
¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con ropas enrojecidas? ¿Quién es ése, magnífico en sus vestiduras, Que marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que sentencio con justicia, poderoso para salvar.
Al atardecer le trajeron muchos endemoniados, y con su° palabra echó los demonios y sanó a todos los enfermos, para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías, que dice: Él tomó nuestras debilidades° y llevó las enfermedades.°
Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por medio de Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.
Les dice: ¡Hombres° de poca fe!, ¿por qué estáis temerosos? Y se levantó y reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una calma absoluta.° Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Quién° es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?
que fue designado Hijo de Dios con poder, conforme al Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos),
respecto° a Jesús de Nazaret: Cómo Dios lo ungió con el Espíritu Santo y poder. Éste anduvo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él.
A éste exaltó Dios con su diestra como Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.°
mas para los llamados, tanto judíos como griegos, el Mesías es poder de Dios y sabiduría de Dios.
Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia.°
Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos para que los echaran fuera y sanaran toda enfermedad y toda dolencia.
Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre.° Nadie conoce plenamente al Hijo sino el Padre, y nadie conoce plenamente al Padre sino el Hijo,° y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
Y durante la cuarta vigilia° de la noche, fue hacia ellos andando sobre el mar, pero cuando los discípulos lo vieron andando sobre el mar, se turbaron, y dijeron: ¡Es un fantasma! Y comenzaron a gritar de miedo. Pero enseguida° les habló, diciendo: ¡Tened ánimo, Yo soy, no temáis!
Y cuando los varones de aquel lugar lo reconocieron, lo notificaron a toda aquella comarca, y le trajeron todos los enfermos, y le rogaban tan sólo tocar el borde de su manto; y cuantos lo tocaron, fueron sanados.
Y se acercaron a Él grandes multitudes, que traían consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos, y muchos otros, y los pusieron a sus pies, y los sanó. Y la muchedumbre se asombró al ver a los mudos hablando, a los lisiados sanos, a los cojos andando, y a los ciegos viendo. Y glorificaron al Dios de Israel.
Y Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca° edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades° no prevalecerán contra° ella. Te daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo que prohíbas en la tierra habrá sido prohibido en los cielos, y todo lo que permitas en la tierra habrá sido permitido en los cielos.°
Les dice: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo que si tuvierais fe° como un grano de mostaza, diríais a este monte: ¡Pásate de aquí allá!, y se pasaría,° y nada os sería imposible. [[]]°
De cierto os digo que todo cuanto prohibáis en la tierra habrá sido prohibido en el cielo, y todo cuanto permitáis en la tierra habrá sido permitido en el cielo.° Otra vez os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo° en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecha por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos.
Entonces Jesús se acercó y les habló, diciendo: Toda potestad me ha sido dada en el cielo y en la tierra,
Y todos se maravillaron, y discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Una nueva doctrina autoritativa?° ¡Aun a los espíritus inmundos manda, y le obedecen! Y enseguida la noticia respecto a Él corrió por todas partes en la región circundante de Galilea.
Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Pero allí sentados había algunos de los escribas, y cavilaban° en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice, ¿quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? Al instante, percibiendo Jesús en su espíritu que cavilaban de este modo, les dice: ¿Por qué caviláis estas cosas en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil? ¿Decir al paralítico: Tus pecado te son perdonados, o decir: Levántate, toma tu catre y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice al paralítico): A ti te digo: ¡Levántate, alza tu catre y vete a tu casa! Y fue levantado, e inmediatamente alzó el catre y salió delante de todos, de manera que todos estaban asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: ¡Jamás vimos algo° así!
porque había sanado° a muchos, de manera que por tocarlo, cuantos tenían plagas,° caían° sobre Él.° Y cuando los espíritus inmundos lo veían, caían ante Él, y gritaban diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios!
Y despertándose, reprendió al viento, y dijo al mar: ¡Calla, enmudece! Y el viento cesó y se produjo una calma absoluta.° Y les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados? ¿Aún° no tenéis fe?° Y temieron con gran temor, y se decían unos a otros: ¿Quién es éste,° que no sólo el viento, sino también el mar le obedece?
Y llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.° En cuanto desembarcó, en seguida vino a su encuentro de entre los sepulcros un hombre poseído de un espíritu inmundo, el cual tenía su morada entre los sepulcros, y ya nadie podía atarlo, ni siquiera con cadenas.° Porque muchas veces había estado atado con grillos y cadenas, y había roto las cadenas y desmenuzado los grillos, y nadie lo podía dominar. Y continuamente, de noche y de día, estaba en los sepulcros y en los montes, dando alaridos e hiriéndose con piedras. Pero, viendo de lejos a Jesús, corrió y se postró delante de Él, y gritando a gran voz, dice: Jesús, ¿qué tienes que ver conmigo,° Hijo del Dios Altísimo? ¡Te conjuro por Dios que no me atormentes! Pues Él le había dicho: ¡Sal del hombre, espíritu inmundo! Y le preguntó:° ¿Qué nombre tienes? Le dice: Tengo por nombre Legión, porque somos muchos. Y mucho le rogaba que no lo enviara fuera de aquella región. Y cerca del monte, había una gran piara de cerdos paciendo, y le rogaron, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. Les dio permiso, y cuando los espíritus inmundos salieron y entraron en los cerdos, la piara (como dos mil) se precipitó por el acantilado al mar, y se ahogaron en el mar. Y los que los apacentaban° huyeron e informaron en la ciudad y en los campos, y vinieron a ver qué había sucedido.° Y llegan ante Jesús y contemplan al endemoniado (al que había tenido la legión) sentado, vestido, y en su juicio cabal, y tuvieron temor. Y los que lo vieron les contaron cómo le había acontecido esto al endemoniado, y acerca de los cerdos. Entonces comenzaron a rogarle que se retirara de sus contornos. Y cuando Él estaba entrando en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le permitiera estar con Él. Pero no lo dejó, sino le dice: Ve a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas hizo contigo el Señor, y cuánta misericordia tuvo de ti. Y se fue y comenzó a proclamar en Decápolis cuán grandes cosas le había hecho Jesús, y todos se maravillaban.
Y una mujer que llevaba° doce años con flujo de sangre, y que había sufrido mucho de parte de muchos médicos, y gastado cuanto tenía° sin sacar ningún provecho, más bien, empeoraba,° al oír acerca de Jesús, llegó por detrás entre la multitud y tocó su manto; porque decía: Si tan sólo toco sus vestidos, sanaré.° Y al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió° en su cuerpo que había° sido sanada de aquel azote. Al momento Jesús sintió° en su interior el poder que había salido de Él, y volviéndose a la multitud, preguntaba: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Y sus discípulos le decían: Ves que la multitud te apretuja, y preguntas ¿quién me ha tocado? Y miraba alrededor para ver a la que había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo y temblando (reconociendo° lo que le había sucedido), vino y se postró ante Él, y le dijo toda la verdad. Entonces Él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz y queda sana° de tu azote.
y tomando la mano de la niña, le dice: ¡Talita cum!° (lo cual, traducido es: Niña, te digo, levántate.) Y al instante la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se sorprendieron con gran asombro.
Y llama a sí a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos (y les daba autoridad sobre los espíritus inmundos).
Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o alquerías, colocaban a los enfermos en las plazas, y le rogaban que al menos pudieran tocar° el borde de su manto; y cuantos lo tocaban eran sanados.
Entonces mandó a la multitud recostarse en la tierra, y tomando los siete panes, dio gracias, los partió y los iba dando a sus discípulos para que los repartieran, y los repartieron a la multitud. Tenían además unos pocos pececillos, y habiéndolos bendecido, dijo que también los repartieran. Y comieron y se saciaron, y de la abundancia de trozos recogieron siete canastas. Eran como unos cuatro mil, y los despidió.
Mirándolos Jesús, dice: Para con los hombres, es imposible, pero no para con° Dios, porque todas las cosas son posibles para con Dios.
El Espíritu del Señor está sobre mí, Porque me ungió para evangelizar a los pobres; Me ha enviado° a proclamar libertad a los cautivos, Y restauración de vista a los ciegos, A enviar en libertad a los oprimidos, A proclamar el año favorable° del Señor.
Y sobrevino un gran asombro sobre todos, y conversaban entre ellos, diciendo: ¿Qué palabra es ésta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen? Y su fama se difundía por todo lugar de la región circunvecina.
Aconteció que estando Él en una de las ciudades, había allí° un varón cubierto de lepra; y al ver a Jesús, cayó sobre su rostro, y le rogó diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Y extendiendo la mano, lo tocó diciendo: ¡Quiero, sé limpio! Y al instante la lepra salió de él.
Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: ¡Levántate, alza tu catre y vete a tu casa!
Y bajó con ellos y se detuvo en un lugar llano, y había una gran° multitud de discípulos suyos, y una gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalem, y de la región costera de Tiro y Sidón; los cuales habían ido° para oírlo y para ser sanados de sus enfermedades. También los atormentados por espíritus inmundos eran sanados, y toda la multitud procuraba tocarlo, porque salía poder de Él y a todos sanaba.
Y acercándose, agarró° el féretro, de manera que los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo: ¡Levántate! Y el muerto se incorporó y comenzó a hablar. Y lo entregó a su madre.
Y en aquella hora sanó a muchos de enfermedades y dolencias, y de espíritus malignos, y concedió la vista° a muchos ciegos.
Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaron diciéndose unos a otros: ¿Quién es éste, que aun a los vientos y al agua manda, y le obedecen?
y una mujer que estaba con flujo de sangre desde hacía doce años,° la cual no había podido° ser sanada por nadie, acercándose por detrás, se agarró del borde de su manto; y al instante el flujo de su sangre se detuvo. Y dijo Jesús: ¿Quién se agarró de mí? Y negándolo todos, dijo Pedro:° Maestro, las multitudes te apretujan y te oprimen…° Pero Jesús dijo: Alguien se agarró de mí, porque percibí que ha salido poder de mí. Entonces, viendo que no había pasado° inadvertida, la mujer fue temblando, y después de postrarse ante Él, confesó delante de todo el pueblo por qué se había asido de Él, y cómo había sido sanada al instante. Él entonces le dijo: Ve en paz hija, tu fe te ha salvado.°
Después de convocar a los° doce, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a proclamar el reino de Dios y a sanar.
Pero al darse cuenta las multitudes, lo siguieron, y después de recibirlos, les hablaba acerca del reino de Dios, y sanaba a los que tenían necesidad de sanidad.
Y todos estaban asombrados de la grandeza de Dios. Mientras todos estaban maravillados de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos:
Regresaron los setenta y dos° con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos someten en tu nombre. Les dijo: Veía Yo° a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí, os doy potestad de hollar° serpientes y escorpiones° y el poder del enemigo, y nada os dañará.
He aquí Yo envío la promesa de mi Padre° sobre vosotros, así que vosotros permaneced° en la ciudad° hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.
Y el Logos se hizo carne, y tabernaculizó° entre nosotros, y contemplamos su gloria (gloria como del Unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Jesús les dice: Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta el borde. También les dice: Sacad ahora y llevad al maestresala.° Y se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua hecha vino (porque no sabía de dónde provenía, aunque lo sabían los servidores que habían sacado el agua), el maestresala llama al esposo,
Porque como el Padre levanta y da vida a los muertos, así también el Hijo da vida a los que quiere.
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no va a juicio,° sino que ha pasado de la muerte a la vida. De cierto, de cierto os digo, que llega la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que oigan vivirán.
Jesús les dijo: ¡Yo soy el pan de la vida; el que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás!
El Espíritu es el que da vida; la carne no aprovecha nada. Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida.
De nuevo, pues, les habló Jesús, diciendo: Yo soy la luz del mundo.° El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
y Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo° que me ha dado mi Padre es mayor que todas las cosas, y nadie puede arrebatarlo de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.°
Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, de ningún modo morirá eternamente. ¿Crees esto?
Jesús le dice: Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene° al Padre sino por mí.
De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, las obras que Yo hago, también él las hará; y mayores que éstas hará, porque Yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi Nombre, eso haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo me° pedís en mi nombre, Yo lo haré.
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos. El que permanece en mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis aflicción, pero confiad, Yo he vencido al mundo.
así como le diste potestad sobre toda carne, para que a todos los que le diste, a ésos les dé vida eterna.
pero recibiréis poder cuando venga sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalem, en toda Judea y Samaria, y hasta lo último de la tierra.°
Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con maravillas° y prodigios y señales milagrosas, que Dios hizo por medio de Él entre vosotros, como también vosotros sabéis;
Sepa pues con certidumbre toda la casa de Israel, que a este Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo hizo° Señor y Mesías.
Pedro dijo: No tengo plata ni oro; pero lo que tengo te doy: En el nombre de Jesús de Nazaret, el Mesías, ¡anda!°
sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesús de Nazaret, el Mesías, a quien vosotros crucificasteis, a quien Dios resucitó de los muertos, por Él este hombre está sano delante de vosotros.
mientras extiendes la mano para que haya sanidades y señales milagrosas, y prodigios mediante el nombre de tu santo Siervo Jesús.
Por manos de los apóstoles se hacían muchas señales milagrosas y prodigios entre el pueblo, y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón.
Y esto hacía por muchos días, hasta que Pablo se disgustó, y volviéndose dijo al espíritu: ¡En nombre de Jesucristo te ordeno que salgas de ella! Y al momento salió de ella.
Porque si por la transgresión del uno, la muerte reinó por medio del uno, mucho más reinarán en vida por uno, Jesús el Mesías, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
sabiendo que el Mesías, habiendo sido resucitado de entre los muertos, ya no muere: la muerte no se enseñorea más de Él. Porque en cuanto a que murió, al pecado murió una vez por todas, pero en cuanto a que vive, para Dios vive.
Y si el Espíritu del que levantó de los muertos a Jesús vive en vosotros, el que levantó al Mesías° de los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que vive en vosotros.
¿Quién es el que condenará? ¿el Mesías, el que murió? Más aun, Él es quien fue resucitado, el cual también está a la diestra de Dios, el cual también intercede por nosotros.
Y Dios, que resucitó al Señor, también a nosotros nos resucitará mediante su poder.
¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de Jesús el Mesías, Señor nuestro!
y me ha dicho: Bástate mi gracia, porque el° poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que resida en mí el poder del Mesías.
y cuál la inmensurable grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, por la acción soberana de su fuerza, la cual operó en el Mesías, resucitándolo de los muertos y sentándolo a su diestra° en los cielos,° sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en esta edad, sino también en la venidera;
para que os dé, conforme a la riqueza de su gloria, ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite el Mesías por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,
Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio el nombre que es sobre todo nombre; para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese° que Jesús el Mesías es el Señor para gloria de Dios Padre.
porque en Él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles: tronos, dominios, principados, potestades; todo fue creado por° Él y para Él, y Él es antes de todas las cosas, y todo subsiste° en Él,
por cuanto plugo° que la plenitud de todo habitara en Él, y por medio de Él reconciliar consigo mismo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz por medio de Él, por la sangre de su cruz.°
Porque en Él vive corporalmente toda la plenitud de la Naturaleza Divina, y° estáis completos en Él, el cual es la cabeza de todo principado y potestad;
porque nuestro evangelio no fue a vosotros sólo en palabra, sino también en poder, y con Espíritu Santo, y con gran certidumbre; como sabéis cuáles° fuimos con vosotros por amor de vosotros.
los cuales pagarán la pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor, y de su glorioso poder;
Fiel es la palabra, y digna de ser aceptada por todos: Jesús el Mesías vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero para esto alcancé misericordia: para que Jesús el Mesías mostrara toda su longanimidad° primero en mí, como ejemplo de los que habrían de creer en Él para vida eterna. Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible y único° Dios, sean honor y gloria por los siglos de los siglos, amén.
pero ahora manifestada mediante el aparecimiento de nuestro Salvador, Jesús el Mesías, el cual abolió la muerte, y sacó a luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio,
Así que, por cuanto los hijos fueron consubstanciales° con sangre y carne, de igual manera Él también participó° de estas, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos aquellos que, por temor de la muerte, están sujetos a vivir en esclavitud.
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino Uno que ha sido tentado en todo según nuestra semejanza, pero° sin pecado. Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia, para que obtengamos misericordia y hallemos gracia para el oportuno socorro.
Él mismo llevó nuestros pecados en su propio cuerpo sobre el madero,° para que nosotros, habiendo muerto a los pecados, vivamos para la justicia. Por sus heridas° fuisteis sanados.°
Porque también el Mesías padeció una vez por los pecados, el Justo por los injustos, para llevaros° a Dios; muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu;
el que practica° el pecado procede del diablo, pues el diablo peca° desde un principio. Para esto fue manifestado el Hijo de Dios: para que destruyera las obras del diablo.
Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido° al mundo: nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Yo soy el Alfa y la Omega,° dice el Señor Dios,° el que es, y que era, y que está viniendo,° el Todopoderoso.
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