Cristo nos ha liberado para que disfrutemos de libertad. Manteneos, pues, firmes y no permitáis que os conviertan de nuevo en esclavos.
Repentinamente, un violento temblor de tierra sacudió los cimientos de la prisión. Se abrieron de golpe todas las puertas y se soltaron las cadenas de los presos.
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar a los pobres la buena noticia de la salvación; me ha enviado a anunciar la libertad a los presos y a dar vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos
Porque no estamos luchando contra hombres de carne y hueso, sino contra las potencias invisibles que dominan en este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal habitantes de un mundo supraterreno.
Mediante esta unión con Cristo, la ley del Espíritu vivificador me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
De repente apareció un ángel del Señor y un resplandor inundó la celda. El ángel tocó a Pedro en el costado, para despertarle, y le dijo: - ¡Rápido , levántate! Y al instante cayeron las cadenas de sus muñecas.
Ahora, pues, ninguna condena pesa ya sobre aquellos que están injertados en Cristo Jesús. Mediante esta unión con Cristo, la ley del Espíritu vivificador me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
quién sabe si no entrarán en razón y conseguirán escapar de la trampa en que el diablo les tiene atrapados y sometidos a su antojo!
A Dios, que, desplegando su poder sobre nosotros, es capaz de realizar todas las cosas incomparablemente mejor de cuanto pensamos o pedimos,
Pero ahora habéis sido liberados del pecado, sois siervos de Dios, estáis consagrados a él y tenéis por meta la vida eterna.
Ahora bien, el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor hay libertad.
Tened en cuenta que nuestra antigua condición pecadora fue clavada con Cristo en la cruz, quedando así destruida la fuerza del pecado y libres nosotros de su servidumbre.
Estamos, pues, rodeados de una ingente muchedumbre de testigos. Así que desembaracémonos de todo impedimento, liberémonos de toda seducción de pecado y participemos resueltamente en la carrera que se nos brida. Nuestra meta ha de ser Jesús, origen y plenitud de nuestra fe; Jesús, que, renunciando a una vida placentera, afrontó sin acobardarse la muerte ignominiosa de la cruz y ahora comparte el poder soberano de Dios.
a renunciar a la antigua conducta, a la vieja condición humana que, seducida por el placer, se encamina hacia la muerte. Dad lugar a la renovación espiritual de vuestra mente y vestíos del hombre nuevo, creado a imagen de Dios para una vida verdaderamente resta y santa.
ya que los hijos de Dios están equipados para vencer al mundo. Nuestra fe es la que vence al mundo,
El es quien nos ha rescatado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
La fuente de todo bien está en Dios, que os ha llamado a compartir con Cristo su gloria eterna. Y Dios mismo, después de estos padecimientos que son al fin tan breves, os restablecerá, os confirmará, os fortalecerá y os colocará sobre una base inconmovible.
Y como los miembros de una familia participan de una misma carne y sangre, también Jesús comparte carne y sangre con los hombres. Puede así, con su muerte, reducir a la impotencia al señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a quienes el miedo a la muerte ha mantenido de por vida bajo el yugo de la esclavitud.
Pero el que sigue pecando pertenece al diablo, porque el diablo es pecador desde el principio del mundo. El Hijo de Dios vino para aniquilar la obra del diablo,
¡Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os daré descanso! ¡Poned mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón! Así encontraréis descanso para vuestro espíritu, porque mi yugo es fácil de llevar, y mi carga ligera.
Hasta ahora, ninguna prueba os ha sobrevenido que no pueda considerarse humanamente soportable. Por lo demás, Dios es fiel y no permitirá que seáis puestos a prueba más allá de vuestras fuerzas; al contrario, junto con la prueba os proporcionará también la manera de superarla con éxito.
Dios, fuente de esperanza, llene de alegría y paz vuestra fe. Y la acción poderosa del Espíritu Santo os colme de esperanza.
como tampoco son humanas las armas con que lucho, sino divinas, capaces de echar abajo cualquier fortaleza y de poner en evidencia toda suerte de falacia
Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo , y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
Únete al canal de BibliaTodo en tu app favorita: