Dios, fuente de esperanza, llene de alegría y paz vuestra fe. Y la acción poderosa del Espíritu Santo os colme de esperanza.
En cambio, el Espíritu produce amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, lealtad, humildad y dominio de sí mismo. Ninguna ley existe en contra de todas estas cosas.
Pero sólo permaneceréis en mi amor si observáis mis mandamientos, lo mismo que yo he observado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Que la esperanza os mantenga alegres, las dificultades no os hagan perder el ánimo y la oración no cese en vuestros labios.
Estad siempre alegres. No ceséis de orar. Manteneos en constante acción de gracias, porque esto es lo que Dios quiere de vosotros en Cristo Jesús.
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre. Pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa.
a quién amáis y en quien confiáis aún sin haberle visto. Os alegraréis, con un gozo inenarrable y radiante, al alcanzar la salvación, meta de vuestra fe.
Que el reino de Dios no consiste en lo que se come o en lo que se bebe; consiste en la vida recta, alegre y pacífica que procede del Espíritu Santo .
Dé cada uno lo que su conciencia le dicte; pero no a regañadientes o por compromiso, pues Dios ama a quien da con alegría.
Alegraos profundamente, hermanos, cuando os sintáis cercados por toda clase de dificultades. Es señal de que vuestra fe, al pasar por el crisol de la prueba, está dando frutos de perseverancia.
Cristo mismo ha sido quien nos ha instalado, mediante la fe, en esta situación de gracia en que vivimos y nos hace poner nuestra honra en la esperanza de participar en la gloria de Dios. Es más, hasta las dificultades nos llenan de alegría, porque sabemos que en la dificultad se forja la entereza del hombre,
Pero el Abogado, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, hará que recordéis cuanto yo os he enseñado y os lo explicará todo.
a diario asistían juntos al templo, celebraban en familia la cena del Señor y compartían juntos el alimento con sencillez y alegría sinceras; alababan a Dios, y toda la gente los miraba con simpatía. Por su parte, el Señor aumentaba cada día el grupo de los que estaban en camino de salvación.
y recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados. Cantad y tocad para el Señor desde lo hondo del corazón, dando gracias siempre y por todo a Dios Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Pero, aun así, no os alegréis tanto de que los espíritus malignos os obedezcan como de que vuestros nombres ya estén escritos en el cielo.
Así será grande mi alegría cuando, si Dios quiere, vaya a visitaros, y podré descansar feliz entre vosotros.
Y aunque tuviera que sufrir el martirio para completar la ofrenda y sacrificio en favor de vuestra fe, me alegraría y regocijaría con todos vosotros. Por vuestra parte, también vosotros debéis alegraros y regocijaros conmigo.
Alegraos y saltad de gozo cuando llegue ese momento, porque en el cielo os espera una gran recompensa. Así también maltrataron a los profetas los antepasados de esta gente.
Ahora, en cambio, voy a ti. Si digo estas cosas mientras todavía estoy en el mundo, es para que ellos puedan compartir plenamente mi alegría.
Por lo demás, hermanos míos, alegraos en el Señor. No me molesta repetiros las mismas cosas, si ha de ser para mayor seguridad vuestra.
Así, pues, hermanos míos queridos, a quienes tanto amo y a quienes tanto añoro: vosotros, que sois mi alegría y mi corona, permaneced firmes en el Señor.
Los introdujo seguidamente en su casa y les sirvió de comer. Y celebró con toda su familia la gran alegría de haber creído en Dios.
Tengo puesta en vosotros toda mi confianza, y es tanto el orgullo que siento por vosotros, que se me ensancha el corazón y reboso de alegría, a pesar de todas mis penalidades.
En honor de mi Padre redunda el que produzcáis fruto en abundancia y os manifestéis así como discípulos míos. Como el Padre me ama a mí, así os amo yo a vosotros. Permaneced en mi amor. Pero sólo permaneceréis en mi amor si observáis mis mandamientos, lo mismo que yo he observado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Pues yo os digo que, igualmente, hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no necesiten convertirse.
Todavía más: el mismo Jesucristo, Señor nuestro, artífice de la obra reconciliadora, nos hace ya sentirnos llenos de alegría en Dios.
¡Nosotros somos los verdaderos circuncisos! Nosotros que tributamos un culto nacido del Espíritu divino; nosotros que no hemos puesto en algo humano nuestra confianza, y, si de algo estamos orgullosos, es de Cristo Jesús.
Estamos seguros, además, de que todo se encamina al bien de los que aman a Dios, de los que han sido elegidos conforme a su designio.
Y no es que pretenda controlar vuestra fe en plan dictador - en la fe, por lo demás, os mantenéis firmes -; lo que quiero es contribuir a vuestra alegría.
Convencido de esto último, presiento que no voy a partir todavía; me quedaré entre vosotros para provecho y alegría de vuestra fe.
Todo beneficio y todo don perfecto bajan de lo alto, del creador de la luz, en quien no hay cambios ni períodos de sombra.
Alabemos a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por medio de Cristo nos ha bendecido con toda suerte de bienes espirituales y celestiales.
Ellos, después de adorarle, se volvieron a Jerusalén llenos de alegría. Y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dio.
aunque, en verdad, no sin dejarles muestras palpables de su bondad. El os ha enviado del cielo lluvias y cosechas abundantes, os ha saciado de alimentos y ha colmado de alegría vuestros corazones.
Así también vosotros; de momento estáis tristes, pero yo volveré a veros y de nuevo os alegraréis con una alegría que nadie podrá quitaros.
Gracias sean dadas a Dios, que en todo momento nos asocia al cortejo triunfal de Cristo y que, valiéndose de nosotros, esparce por el mundo entero el buen olor de su mensaje.
¿Qué añadir a todo esto? Si Dios está a nuestro favor, ¿quién podrá estar contra nosotros?
El amo le contestó: 'Está muy bien. Has sido un administrador inteligente y fiel. Y como has sido fiel en lo poco, yo te pondré al frente de mucho más. Entra y participa en mi propia alegría.'
Ni os emborrachéis, si no queréis dar en el libertinaje; llenaos, por el contrario, del Espíritu, y recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados. Cantad y tocad para el Señor desde lo hondo del corazón, dando gracias siempre y por todo a Dios Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Alegraos, más bien, de compartir los sufrimientos de Cristo, para que el día de su gloriosa manifestación también vosotros saltéis de júbilo.
Por vuestra parte, seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, recibiendo el mensaje con la alegría que produce el Espíritu Santo, a pesar de los muchos sufrimientos que se os derivaron.
Únete al canal de BibliaTodo en tu app favorita: