¿Ha caído enfermo? Que mande llamar a los dirigentes del Señor y hagan oración por él. La oración hecha con fe sanará al enfermo; el Señor le restablecerá y le serán perdonados los pecados que haya cometido.
Querido hermano, ruego encarecidamente a Dios que tu salud y todos tus asuntos vayan tan bien como me consta que te va en lo que toca al espíritu.
Nada debe angustiaros; en cualquier situación, presentad a Dios vuestros deseos, acompañando vuestras oraciones y súplicas con un corazón agradecido . Y la paz de Dios, que desborda todo entender humano, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos por medio de Cristo Jesús.
Pero Jesús se volvió y, al verla, le dijo: - Animo, hija, por tu fe has quedado curada. Y la mujer quedó curada en aquel mismo instante.
Pero el Abogado, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, hará que recordéis cuanto yo os he enseñado y os lo explicará todo.
Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en cada sinagoga. Anunciaba la buena noticia del reino y curaba toda clase de enfermedades y dolencias.
Y si el Espíritu de Dios, que resucitó a Jesús, vive en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús infundirá nueva vida a vuestros cuerpos mortales por medio de su Espíritu que habita en vosotros.
Por la fe vivimos convencidos de que existen los bienes que esperamos y estamos ciertos de las realidades que no vemos.
Cristo subió al madero cargando sobre sí nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos con toda rectitud. Habéis sido, pues, salvados a costa de sus heridas;
Jesús le dijo: - ¿De modo que estás dispuesto a dar tu vida por mí? Te aseguro, Pedro, que antes de que el gallo cante, me habrás negado tres veces.
Es más, hasta las dificultades nos llenan de alegría, porque sabemos que en la dificultad se forja la entereza del hombre, y un hombre así merece la aprobación de Dios, y la aprobación de Dios es fuente de esperanza.
Porque no es un espíritu de cobardía el que Dios nos otorga, sino de fortaleza, amor y dominio de nosotros mismos.
El ladrón, cuando llega, no hace más que robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos tengan vida, y la tengan abundante.
Jesús reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias.
Esta es la razón por la que nunca nos desanimamos. Aunque nuestra condición física va desmoronándose, nuestro ser interior va recibiendo cada día nueva vida. Leves y pasajeras son nuestras penalidades de hoy, que a cambio nos producirán para siempre una riqueza inmensa e incalculable de gloria. Porque no es vuestro objetivo aquello que ahora vemos, sino lo que no puede verse todavía. Esto que ahora vemos, pasa. Lo que aún no se ve, permanece para siempre.
De este modo se cumplió lo que había anunciado el profeta Isaías: Tomó sobre sí nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades.
Estamos seguros, además, de que todo se encamina al bien de los que aman a Dios, de los que han sido elegidos conforme a su designio.
No permitáis que la fiebre del dinero se apodere de vosotros; contentaos con lo que tenéis, ya que es Dios mismo quien ha dicho: Nunca te abandonaré , jamás te dejaré solo. Por eso podemos exclamar llenos de confianza: El Señor es quien me ayuda, nada temo; ¿qué podrán hacerme los hombres?
Y estoy seguro de que Dios, que ha comenzado entre vosotros una labor tan excelente, irá dándole cima en espera del día de Cristo Jesús.
Él le dijo: - Hija, por tu fe has quedado curada. Vete en paz, libre ya de tu enfermedad.
Os he dicho todo esto para que podáis encontrar la paz en vuestra unión conmigo. En el mundo tendréis sufrimientos; pero ¡ánimo!, yo he vencido al mundo.
Dios, fuente de esperanza, llene de alegría y paz vuestra fe. Y la acción poderosa del Espíritu Santo os colme de esperanza.
Hasta ahora, ninguna prueba os ha sobrevenido que no pueda considerarse humanamente soportable. Por lo demás, Dios es fiel y no permitirá que seáis puestos a prueba más allá de vuestras fuerzas; al contrario, junto con la prueba os proporcionará también la manera de superarla con éxito.
Que la esperanza os mantenga alegres, las dificultades no os hagan perder el ánimo y la oración no cese en vuestros labios.
El les contestó: - Por vuestra falta de fe. Os aseguro que si tuvierais fe,aunque sólo fuera como un grano de mostaza, le diríais a este monte: ' ¡Quítate de ahí y ponte allí! ', y el monte cambiaría de lugar. Nada os resultaría imposible.
Alegraos profundamente, hermanos, cuando os sintáis cercados por toda clase de dificultades. Es señal de que vuestra fe, al pasar por el crisol de la prueba, está dando frutos de perseverancia.
La fuente de todo bien está en Dios, que os ha llamado a compartir con Cristo su gloria eterna. Y Dios mismo, después de estos padecimientos que son al fin tan breves, os restablecerá, os confirmará, os fortalecerá y os colocará sobre una base inconmovible.
Pues no es él un sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; todo lo contrario, ya que, excepto el pecado, ha pasado por las mismas pruebas que nosotros. Acerquémonos, pues, llenos de confianza, a ese trono de gracia, seguros de que la misericordia y el favor de Dios estarán a nuestro lado en el momento preciso.
Seguro estoy de que nada, ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni cualquiera otra suerte de fuerzas sobrehumanas, ni lo presente, ni lo futuro, ni poderes sobrenaturales, ni lo de arriba, ni lo de abajo, ni criatura alguna existente, será capaz de arrebatarnos este amor que Dios nos ha mostrado por medio de Cristo Jesús, Señor nuestro.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y fuente de todo consuelo. El es quien nos conforta en todos nuestros sufrimientos, a fin de que también nosotros podamos confortar a los que se hallan atribulados, compartiendo con ellos el consuelo que de Dios hemos recibido.
Jesús afirmó: - Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y ninguno de los que viven y tienen fe en mi morirá para siempre. ¿Crees esto?
Tanto amó Dios al mundo, que no dudó en entregarle a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Es verdad que por todas partes nos acosan, pero no hasta el punto de dejarnos sin salida; estamos en apuros, pero no como para ser presa de la desesperación; nos persiguen, pero no quedamos abandonados al peligro; nos derriban, pero no consiguen rematarnos.
Esta esperanza es para nuestra vida como un ancla firme y segura que penetra hasta el trono mismo de Dios, donde,
Estad siempre alegres. No ceséis de orar. Manteneos en constante acción de gracias, porque esto es lo que Dios quiere de vosotros en Cristo Jesús.
El que no permanece unido a mí, es arrojado fuera, como se hace con el sarmiento improductivo. Estos sarmientos arrancados se secan, y luego son amontonados y arrojados al fuego para que ardan.
Si, pues, tus labios proclaman que Jesús es el Señor y crees de corazón que Dios le hizo surgir triunfante de la muerte, serás salvado. Porque se precisa la fe interior del corazón para que Dios restablezca en su amistad, y la pública proclamación de esa fe para obtener la salvación.
Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque quien ha hecho la promesa es fiel,
Os aseguro que el que crea en mí hará también lo que yo hago, e incluso cosas mayores; porque yo me voy al Padre, y todo lo que me pidáis os lo concederé, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Y es sabido que todo lo que dice la Escritura se escribió para enseñanza nuestra, a fin de que, uniendo nuestra constancia al consuelo que proporcionan las Escrituras, vivamos llenos de esperanza.
No perdáis, pues, el ánimo. El premio que os espera es grande. Pero es preciso que seáis constantes en el cumplimiento de la voluntad de Dios, para que podáis alcanzar la promesa.
Considero, por lo demás, que los sufrimientos presentes no tienen comparación con la gloria que un día se nos desvelará.
Jesús de nuevo les dijo: - Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Estamos seguros de que, si algo pedimos a Dios tal y como él quiere, nos atiende. Y si estamos seguros de que Dios siempre nos atiende, lo estamos también de que obtenemos lo que le pedimos.
Pedid, y os darán; buscad, y encontraréis; llamad, y Dios os abrirá la puerta. Pues todo el que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, Dios le abrirá la puerta.
Que la paz de Cristo reine en vuestras vida; a ella os ha llamado Dios para formar un solo cuerpo. Sed agradecidos.
Nuestra meta ha de ser Jesús, origen y plenitud de nuestra fe; Jesús, que, renunciando a una vida placentera, afrontó sin acobardarse la muerte ignominiosa de la cruz y ahora comparte el poder soberano de Dios.
Lejos de hacerle vacilar, la promesa de Dios robusteció su fe. Reconoció así la grandeza de Dios, convencido plenamente de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete.
Jesús los miró y les dijo: - Para los hombres es imposible,pero para Dios todo es posible.
No, hermanos, no creo haberlo alcanzado todavía. Pero, eso sí, olvido lo que he dejado atrás, y me lanzo hacia adelante en busca de la meta y del trofeo al que Dios, por medio de Cristo Jesús, nos llama desde lo alto.
Porque las riquezas de Cristo que ahora compartimos están condicionadas a que mantengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio.
Permaneced unidos a mí, como yo lo estoy a vosotros. Ningún sarmiento puede producir fruto por sí mismo sin estar unido a la vid; lo mismo os ocurrirá a vosotros si no estáis unidos a mí.
Una esperanza que no decepciona, porque al darnos el Espíritu Santo, Dios nos ha inundado de su amor el corazón.
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