Ante la cabeza llena de canas, ponte en pie y honra la persona del anciano, y teme al Señor Dios tuyo. Yo el Señor.
Escucha a tu padre que te dio la vida, y no desprecies a tu madre cuando se hallare en la vejez.
Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas largos años sobre la tierra que te ha de dar el Señor Dios tuyo.
El varón sabio y prudente mide sus palabras; y el hombre entendido es de ánimo reservado.
Hijos, vosotros obedeced a vuestros padres con la mira puesta en el Señor, porque es ésta una cosa justa.
El que maldijere a su padre o a su madre, castigado sea de muerte: maldijo al padre o a la madre, páguelo con su sangre.
Tú, ¡oh hijo mío!, escucha las correcciones de tu padre, y no deseches las advertencias de tu madre.
Tú, ¡oh hijo mío!, escucha las correcciones de tu padre, y no deseches las advertencias de tu madre. Ellas serán para ti como una corona para tu cabeza, y como un collar precioso para tu cuello.
Oíd, hijos míos, las instrucciones de un padre, y estad atentos para aprender la prudencia. Yo quiero daros un rico don, no abandonéis mis preceptos.
he aquí que les viene del Señor la herencia, los hijos, las ganancias y las crías de los ganados. Como las flechas en mano de un hombre robusto, así los hijos de los justos atribulados. Dichoso aquel varón que ve cumplidos sus deseos con respecto a sus hijos; no quedará confundido cuando hubiera de tratar con sus enemigos en las puertas o tribunales.
Dice el proverbio: La senda por la cual comenzó el joven a andar desde el principio , esa misma seguirá también cuando viejo.
Bienaventurados todos aquellos que temen al Señor, que andan por sus santos caminos. Dichoso tú, ¡oh justo!, porque comerás en paz el fruto del trabajo de tus manos; dichoso serás, y todo te irá bien. Tu esposa será como una parra fecunda en el recinto de tu casa; alrededor de tu mesa estarán tus hijos como retoños de olivos. Estas serán las bendiciones del hombre que teme al Señor.
Hijos, vosotros obedeced a vuestros padres con la mira puesta en el Señor, porque es ésta una cosa justa. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento que va acompañado con recompensa, para que te vaya bien, y tengas larga vida sobre la tierra.
Mas la que verdaderamente es viuda y desamparada, espere en Dios, y ejercítese en plegarias y oraciones noche y día.
Las generaciones todas, oh Señor, celebrarán tus obras, y pregonarán tu poder infinito.
amándoos recíprocamente con ternura y caridad fraternal, procurando anticiparos unos a otros en las señales de honor y de deferencia.
Como un padre se compadece de sus hijos, así se ha compadecido el Señor de los que le temen. Porque él conoce bien la fragilidad de nuestro ser. Tiene muy presente que somos polvo,
Cumpla, pues, mi Dios todos vuestros deseos, según sus riquezas, con la gloria que os dé en Jesucristo.
Bienaventurado el hombre que teme al Señor, y que toda su afición la pone en cumplir sus mandamientos. Poderosa será sobre la tierra la descendencia suya; bendita será la generación de los justos.
Y estos mandamientos, que yo te doy en este día, estarán estampados en tu corazón, y los enseñarás a tus hijos, y en ellos meditarás sentado en tu casa, y andando de viaje, y al acostarte, y al levantarte;
Es la alegría de su padre el hijo sabio; el necio vilipendia o afrenta a su propia madre.
Coronas son de los viejos los hijos de los hijos; y gloria de los hijos son las virtudes de sus padres.
Pues si vosotros siendo malos sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará cosas buenas a los que se las pidan?
Desfallecerá fatigada de cansancio la edad lozana, y se caerá de flaqueza la juventud. Mas los que tienen puesta en el Señor su esperanza, adquirirán nuevas fuerzas, tomarán alas como de águila, correrán y no se fatigarán, andarán y no desfallecerán. Callen ante mí las islas, y tomen nuevas fuerzas las gentes; acérquense, y hablen después, y entremos juntos en juicio:
No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque si perseveramos, a su tiempo recogeremos el fruto.
Joven fui, y ya soy viejo; mas nunca he visto desamparado al justo, ni a sus hijos mendigando el pan. Pasa el día ejercitando la misericordia, y dando prestado; y bendita será su descendencia.
Por lo demás, poderoso es Dios para colmaros de todo bien; de suerte que contentos siempre con tener en todas las cosas todo lo suficiente, estéis sobrados para ejercitar toda especie de buenas obras con vuestros prójimos,
Brille así vuestra luz ante los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
no desamparando nuestra congregación, o asamblea de los fieles, como es costumbre de algunos, sino, al contrario, alentándonos mutuamente, y tanto más cuanto más vecino viereis el día. Porque si pecamos a sabiendas después de haber reconocido la verdad, ya no nos queda hostia que ofrecer por los pecados,
no haciendo nada por tema, ni por vanagloria, sino que cada uno por humildad mire como superiores a los otros, atendiendo cada cual no solamente al bien de sí mismo, sino a lo que redunda en bien del prójimo.
El hijo sabio es la alegría del padre; así como el necio es la aflicción de su madre.
El Dios de la esperanza nuestra os colme de toda suerte de gozo y de paz en vuestra creencia, para que crezca vuestra esperanza siempre más y más, por la virtud del Espíritu Santo.
El Señor protege a los peregrinos; ampara al huérfano y a la viuda, y desbaratará los designios de los pecadores.
Abate al hombre la melancolía del corazón; y con la buena conversación se alegrará.
De vuestra boca no salga ningún discurso malo; sino los que sean buenos para edificación de la fe, que den gracia o inspiren piedad a los oyentes.
Sábete que quedarán confundidos y avergonzados todos aquellos que te hacen guerra; serán como si no fuesen, y perecerán los que te contradicen.
En esto echamos de ver que procedemos con verdad, y así alentaremos o justificaremos nuestros corazones en la presencia de Dios.
Son un panal de miel las palabras elegantes, dulzura del alma y vigor de los huesos.
Pon tu esperanza en el Señor, y haz obras buenas, y habitarás en la tierra, y gozarás de sus riquezas.
Tus hijos todos serán adoctrinados por el mismo Señor, y gozarán abundancia de paz, o completa prosperidad.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que se hallan en cualquier trabajo, con la misma consolación con que nosotros somos consolados por Dios.
Venid a mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis el reposo para vuestras almas. Porque suave es mi yugo y ligero el peso mío.
Sabemos también nosotros que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios, de aquellos, digo, que él ha llamado según su decreto para ser santos.
Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu prudencia. En todas tus empresas tenle presente, y él sea quien dirija todos tus pasos.
Escucha, oh Dios mío, mi súplica; atiende mi oración. Desde los últimos términos de la tierra clamé a ti; cuando mi corazón se hallaba más angustiado, tú me colocaste sobre una alta peña; tú fuiste mi guía. Pues eres mi esperanza y baluarte fortísimo contra el enemigo,
Al contrario, los frutos del espíritu son caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fe, o fidelidad, modestia, continencia, castidad. Para los que viven de esta suerte no hay ley que sea contra ellos.
Te alabaré, Señor, a vista de tu estupenda grandeza; maravillosas son todas tus obras, de cuyo conocimiento está penetrada toda mi alma.
Yo doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros, rogando siempre con gozo por todos vosotros, en todas mis oraciones, al ver la parte que tomáis en el Evangelio de Cristo desde el primer día hasta el presente.
La fortaleza y el decoro son sus atavíos; y estará alegre y risueña en los últimos días.
Alegraos con la esperanza del premio; sed pacientes en la tribulación; en la oración continuos;
Dichoso aquel varón que no se deja llevar de los consejos de los malos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se asienta en la cátedra pestilente de los libertinos; sino que tiene puesta toda su voluntad en la ley del Señor, y está meditando en ella día y noche. El será como el árbol plantado junto a las corrientes de las aguas, el cual dará su fruto en el debido tiempo, y cuya hoja no caerá nunca; y cuanto él hiciere tendrá próspero efecto.
Asimismo, hermanos, os rogamos que tengáis especial consideración a los que trabajan entre vosotros, y os gobiernan en el Señor, y os instruyen,
No temas, pues, porque yo estoy contigo; desde el oriente conduciré tus hijos ¡oh Jerusalén !, desde el occidente los congregaré.
Revestíos, pues, como escogidos que sois de Dios, santos y amados, revestíos de entrañas de compasión, de benignidad, de humildad, de modestia, de paciencia,
Hijo mío, no te olvides de mi ley, y guarda en tu corazón mis mandamientos; porque ellos te colmarán de largos días, y de años de vida, y de perpetua paz.
que es el padre de los huérfanos y el juez defensor de las viudas. Reside Dios en su lugar santo.
Con la sabiduría se edificará la casa, y se consolidará con la prudencia. Por medio de la ciencia se henchirán las recámaras de toda suerte de bienes y preciosidades.
Vosotros los siervos estad sumisos con todo temor y respeto a los amos, no tan sólo a los buenos y apacibles, sino también a los de recia condición.
Así que buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas se os darán por añadidura.
El Señor te bendiga desde Sión, para que contemples los bienes de Jerusalén , y disfrutes de ellos todos los días de tu vida,
Y no olvidéis ejercitar la hospitalidad, pues por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.
Escucha el consejo y recibe la corrección, para que seas sabio en tu edad postrera.
Yo te daré, dijiste, inteligencia, y te enseñaré el camino que debes seguir; tendré fijos sobre ti mis ojos.
Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, o de confesar tu fe públicamente, ni de mí que estoy en cadenas por amor suyo, antes bien padece y trabaja a una conmigo por el evangelio con la virtud que recibirás de Dios.
El hombre de un proceder leal será muy alabado; mas quien se afana demasiado por enriquecerse, no estará exento de culpa.
Y el Señor te dará un perpetuo reposo, y llenará tu alma de resplandores de gracia y reforzará tus huesos; y serás como huerto bien regado y como manantial perenne cuyas aguas jamás faltarán.
Si alguno dice: Sí, yo amo a Dios, al paso que aborrece a su hermano, es un mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ve, ¿a Dios, a quien no ve, cómo podrá amarle?
Alcé mis ojos hacia los montes de Jerusalén , de donde me vendrá el socorro. Mi socorro viene del Señor que creó el cielo y la tierra.
Jesús , por el contrario, les dijo: Dejad en paz a los niños, y no les estorbéis de venir a mí; porque de los que son como ellos es el reino de los cielos.
Por lo demás, hermanos míos, todo lo que es conforme a la verdad, todo lo que respira pureza, todo lo justo, todo lo que es santo, o santifica, todo lo que os haga amables, todo lo que sirve al buen nombre, toda virtud, toda disciplina loable, esto sea vuestro estudio.
Si fuere grato al Señor el proceder del hombre, aun a sus enemigos los reducirá a pedir la paz.
No temas, gusanillo, o débil Jacob , no tienes que temer; ni vosotros los que parecéis unos muertos de Israel. Yo soy tu auxilio, dice el Señor, y el Santo de Israel es el redentor tuyo.
no ceso de dar gracias a Dios por vosotros, acordándome de vosotros en mis oraciones, para que Dios, Padre glorioso de Nuestro Señor Jesucristo, os dé espíritu de sabiduría y de ilustración para conocerle, iluminando los ojos de vuestro corazón, a fin de que sepáis cuál es la esperanza, o lo que debéis esperar, de su vocación, y cuáles las riquezas y la gloria de su herencia destinada para los santos,
Con ansia suma estuve aguardando al Señor, y por fin inclinó a mí sus oídos, y escuchó benignamente mis súplicas. Y me sacó del lago de la miseria y del inmundo cieno. Y asentó mis pasos.
El amor es paciente, es dulce y bienhechor; el amor no tiene envidia, no obra precipitada ni temerariamente, no se ensoberbece, no es ambicioso, no busca sus intereses, no se irrita, no piensa mal, no se alegra de la injusticia, se complace sí en la verdad; a todo se acomoda, cree todo el bien del prójimo, todo lo espera, y lo soporta todo.
Padres, no provoquéis a ira, o no irritéis, a vuestros hijos con excesiva severidad, para que no se hagan pusilánimes o apocados.
No impidas el bien al que puede hacerlo; hazlo tú también, si puedes. No digas a tu amigo: Anda y vuelve; mañana te daré lo que pides, pudiendo dárselo luego.
Sean cubiertos de confusión todos aquellos que vana e injustamente obran la iniquidad. Muéstrame, ¡oh Señor!, tus caminos, y enséñame tus senderos. Encamíname según tu verdad, e instrúyeme; pues tú eres el Dios salvador mío, y te estoy esperando todo el día.
Por tanto, si alguno está en Cristo ya es una criatura nueva, se acabo lo que era viejo, y todo viene a ser nuevo; pues que todo ha sido renovado.
Toda palabra de Dios está como acrisolada al fuego; es un escudo para los que en él confían.
y pongamos los ojos los unos en los otros para incentivo de caridad y de buenas obras,
Y no nos gloriamos solamente en esto, sino también en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación ejercita la paciencia, la paciencia sirve a la prueba de nuestra fe, y la prueba produce la esperanza,
descargando en su amoroso seno todas vuestras solicitudes, pues él tiene cuidado de vosotros.
Haced, pues, todas las cosas sin murmuraciones ni perplejidades; para que seáis irreprensibles y sencillos como hijos de Dios, sin tacha en medio de una nación depravada y perversa, en donde resplandecéis como lumbrera del mundo,
Bendito sea el que viene en el Nombre del Señor. Os hemos echado mil bendiciones desde la casa del Señor. El Señor es Dios, y él nos ha alumbrado. Celebrad el día solemne de los Tabernáculos; celebradle con enramadas de árboles frondosos que lleguen hasta los lados del altar.
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