Yo mismo, Pablo, los insto personalmente, por la bondad y la ternura de Cristo. El mismo Pablo que es “tímido” cuando está con ustedes, pero que es “osado” cuando no está allá.
Cuando voy de visita, me preocupo de no encontrarlos como quisiera, y de que ustedes no me vean como quisieran verme. Me temo que habrá discusiones, celos, enojo, calumnia, chisme, arrogancia, y desorden.
Mis amigos, si alguno se extravía por causa del pecado, ustedes, que son espirituales, deberían traerle de regreso con espíritu de mansedumbre. Y cuídense de no ser tentados también.
Sus esposas también deben ser respetables. No deben andar difamando a las personas con chismes, y deben tener dominio propio y ser fieles en todo lo que hagan.
Sin embargo, la sabiduría que viene de arriba es pura sobre todas las cosas, y también trae paz. Es noble y abierta a la razón. Está llena de misericordia y produce cosas buenas. Es genuina y no hipócrita.
Amigos, no hablen mal unos de otros. Todo el que critica a un hermano creyente y lo condena, critica y condena la ley. Si ustedes condenan la ley, entonces no la están cumpliendo, porque están actuando como jueces.
La gente piensa que es extraño que ustedes ya no participen con ellos de este estilo de vida lleno de excesos, y por eso los maldicen. Pero ellos tendrán que dar cuentas de lo que han hecho contra Aquél que está listo para juzgar a los vivos y a los muertos.
Esto también aplica a los que siguen los deseos humanos corruptos, y que con desprecio ignoran la autoridad. Son arrogantes y orgullosos, y no temen difamar a los seres celestiales.
Pero estas personas ridiculizan lo que no comprenden; y lo que entienden, eso siguen, por instinto, como animales que no tienen razón. Esto es lo que los destruye.