Toda la familia de mi abuelo sólo podía esperar la muerte de Su Majestad, pero usted me incluyó a mí, su siervo, entre los que comen en su mesa. Entonces, ¿qué derecho tengo a pedirle al rey algo más?” .
Entonces el rey David fue y se sentó en presencia del Señor. Oró: “¿Quién soy yo, Señor Dios? ¿Qué importancia tiene mi familia para que me hayas traído hasta este lugar?
porque decidió que yo, su sierva, fuera digna de su consideración, a pesar de mi humilde procedencia. De ahora en adelante todas las generaciones dirán que fui bendecida.
“Me he enterado de todo lo que has hecho por tu suegra desde que murió tu marido”, respondió Booz. “Y también cómo dejaste a tu padre y a tu madre, y la tierra donde naciste, para venir a vivir entre gente que no conocías.
Noemí le preguntó: “¿Dónde has recogido hoy el grano? ¿Dónde has trabajado exactamente? Bendice a quien se haya preocupado lo suficiente por ti como para darte atención”. Entonces ella le contó a su suegra con quién había trabajado. “El hombre con el que he trabajado hoy se llama Booz”.
Poco después, Rut la moabita le dijo a Noemí: “Por favor, déjame ir a los campos a recoger el grano que ha quedado, si encuentro a alguien que me dé permiso”. “Sí, adelante, hija mía”, respondió Noemí.
Presta atención a la parte del campo que cosechan los hombres y sigue a las mujeres.Les he dicho a los hombres que no te molesten. Cuando tengas sed, ve a beber de las jarras de agua que han llenado los criados”.