Entonces Judá le dijo a su nuera Tamar, “Ve a la casa de tu padre y vive allí como una viuda hasta que mi hijo Selá crezca”. Porque pensó: “Quizá él también muera, como sus hermanos”. Así que Tamar se fue y se quedó en la casa de su padre.
Onán se dio cuenta de que los hijos que tuviera no serían suyos, así que siempre que se acostaba con la mujer de su hermano se aseguraba de que no se quedara embarazada retirando y derramando su semen en el suelo. De esta manera evitaba que nacieran niños en nombre de su hermano.
Cuando dos hermanos viven cerca uno del otro y uno de ellos muere sin tener un hijo, la viuda no debe casarse con un extraño fuera de la familia. El hermano de su marido se casará con ella y se acostará con ella, cumpliendo los requisitos de un cuñado para proporcionarle hijos.