Elige mi enseñanza por encima de la plata; elige el conocimiento más que el oro puro.
No se puede comprar con oro ni con plata.
El oro o el cristal fino no se pueden comparar con la sabiduría; no se puede cambiar por joyas de oro.
Por ello amo tus mandamientos más que el oro. Más que el oro puro.
Tu palabra me hace tan feliz como aquél que encuentra un inmenso tesoro.
Tus enseñanzas son más valiosas para mi que el oro y la plata en abundancia.
Las palabras de los justos son como la plata más fina, pero la mente de los malvados no vale nada.
Más valioso es obtener sabiduría que oro. Mejor elige el conocimiento antes que la plata.
Hay oro y muchas piedras preciosas. Pero hablar con sensatez es la joya más valiosa.
Invierte en tener la verdad y no la vendas. Invierne en la sabiduría, la instrucción y la inteligencia.
El fruto que produzco es mejor que el oro, incluso que el oro puro, y mi cosecha es mejor que la plata más fina.
La sabiduría es buena, es como recibir una herencia. Beneficia a todos en la vida.
“No tengo plata ni oro”, le dijo Pedro, “pero te daré lo que tengo: En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡camina!”
¡Nos han considerado como miserables, pero siempre estamos gozosos; como pobres, pero hacemos ricos a muchos; nos han considerado como desamparados, pero lo tenemos todo!