Las personas honestas viven confiadas, pero los que se comportan con engaño serán atrapados.
Cuando Abrán tenía 99 años, el Señor se le apreció y le dijo: “Yo soy el Dios Altísimo. Vive en mi presencia y haz el bien.
“Mira, Dios no rechaza a quien es inocente, ni apoya a quien es culpable.
Incluso cuando camino por el valle oscuro de la muerte, no tengo miedo de ningún mal, porque tú estás ahí conmigo. Tu vara y tu bastón me protegen.
Que la integridad y la honestidad me defiendan, porque puse mi confianza en ti.
Porque el Señor nuestros es nuestro sol y nuestro escudo, y nos da gracia y honor. El señor no retira nada bueno de aquellos que viven con rectitud.
Las personas con mentes perversas no tendrán éxito; Los mentirosos se meterán en problemas.
Aunque su odio esté oculto detrás de su astucia, su maldad quedará expuesta delante de todos.
Los malvados huyen, incluso cuando nadie los persigue, pero los justos tienen la audacia confiada de los leones.
Si tienes integridad, estarás a salvo; pero si vives una vida torcida, caerás.
Caminarás con confianza y no tropezarás.
Así que no les tengan miedo, porque no hay nada encubierto que no salga a la luz, ni hay nada oculto que no se llegue a saber.
Así que no juzguen a nadie antes del tiempo correcto: cuando el Señor venga. Él traerá a la luz los secretos más oscuros que están ocultos, y revelará los motivos de las personas. Dios le dará a cada quien la alabanza que le corresponda.
Del mismo modo, algunas buenas obras son evidentes, e incluso las que están ocultas no seguirán así por mucho tiempo.