Cuando Zimri vio que la ciudad había sido tomada, entró en la fortaleza del palacio real y le prendió fuego a su alrededor, y murió por los pecados que había cometido.
“¡Atrápenlos vivos!” ordenó Jehú. Así que los tomaron vivos y los mataron en el pozo de Bed-Equed. Eran cuarenta y dos hombres. No permitió que ninguno de ellos viviera.
Peca, hijo de Remalías, uno de sus oficiales, conspiró contra él junto con Argob, Arieh y cincuenta hombres de Galaad. Peca atacó y mató a Pecajías en la fortaleza del palacio del rey en Samaria, y asumió como rey.
Entonces Oseas, hijo de Ela, conspiró contra Peca, hijo de Remalías. En el vigésimo año del reinado de Jotam, hijo de Uzías, Oseas atacó a Peca, lo mató y asumió como rey.
Desde el principio, nadie ha oído hablar, nadie ha prestado atención y nadie ha visto a ningún Dios excepto a ti, el que ayuda a los que ponen su confianza en ti.
Todos nos hemos vuelto impuros, y todas las cosas buenas que hacemos son como trapos sucios. Nos marchitamos y morimos como hojas de otoño, y nuestros pecados, como el viento, se los lleva.
No hay nadie que te invoque ni que quiera realmente aferrarse a ti, porque nos has ocultado tu rostro y has dejado que nos ahoguemos en nuestros propios pecados.
“Traté de encontrar a uno de ellos que reparara el muro y defendiera la brecha para que cuando viniera no la destruyera, pero no pude encontrar a nadie.
Tal como decía la Ley de Moisés, todo este castigo ha caído sobre nosotros, pero aún no te hemos pedido, Señor, nuestro Dios, que nos favorezcas, apartándonos de nuestros pecados y prestando atención a tu verdad.
No claman a mi con sinceridad en sus corazones, sino que mienten mientras se lamentan en sus camas. Se reúnen y se laceran para obtener grano y vino nuevo, pero se alejan de mi.
¡Cuán grande es el desastre que vendrá sobre los que permanecen despiertos por la noche para tramar maldad desde sus camas. Se levantan en la mañana para llevar a cabo sus planes, porque tienen el poder para ello.