No cederé al ardor de mi ira, no destruiré a Efraín de nuevo. Porque yo soy Dios, y no un ser humano. Yo soy el Santo que vive entre ustedes. No entraré en sus ciudades.
Amasa no estaba preparado para el puñal que Joab tenía en la mano izquierda. Joab lo apuñaló en el vientre y sus intestinos se derramaron en el suelo. Joab no necesitó apuñalarlo dos veces, porque Amasa ya estaba muerto. Entonces Joab y su hermano Abisai salieron en persecución de Sabá.
La tragedia se avecina para los que acuden a Egipto en busca de ayuda, dependiendo de sus caballos y confiando en todos sus carros y auriculares. No miran al Santo de Israel en busca de ayuda; no piden consejo al Señor.
Así como el fuego quema los rastrojos y la hierba seca cae en las llamas, así sus raíces se descompondrán y sus flores se desintegrarán en polvo. Porque han rechazado la ley del Señor Todopoderoso, y han tratado con desprecio lo que el Santo de Israel ha dicho.
Tal vez te escuchen, y cada uno de ellos renuncie a sus malas costumbres, para que yo no tenga que llevar a cabo el desastre que pienso hacer caer sobre ellos a causa de las cosas malas que hacen.
Yo estoy con ustedes y los salvaré, declara el Señor. Aunque voy a destruir por completo a todas las naciones donde te he dispersado, no te destruiré por completo. Sin embargo, te disciplinaré como te mereces, y puedes estar seguro de que no te dejaré sin castigo.
Efraín trata de guiar al viento, yendo tras el viento del este todo el día. Sus mentiras y su violencia siguen en aumento. Hicieron un tratado con Asiria, y envían el aceite de oliva a Egipto.
“Dios no es un ser humano que mentiría. No es un simple mortal que cambia de opinión. ¿Acaso él dice que va a hacer algo, pero no lo hace? ¿Acaso hace promesas que no cumple?
No tomen para ustedes nada de lo que ha sido apartado para la destrucción, para que el Señor no se enfade más. Él será misericordioso con ustedes, mostrándoles compasión y dándoles muchos descendientes como se lo prometió a sus antepasados,
Abisai le dijo a David: “Dios te ha entregado hoy a tu enemigo. Así que, por favor, déjame clavarle la lanza en el suelo de una sola vez. No necesitaré hacerlo dos veces”.