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Referencias Cruzadas
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Números 32:29

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Moisés les dijo: “Si las tribus de Gaditas y Rubén cruzan el Jordán contigo, con todas sus tropas listas para la batalla con la ayuda del Señor, y la tierra es conquistada a medida que avanzas, entonces dales la tierra de Galaad para que la posean.

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10 Referencias Cruzadas  

Pero aún así nos prepararemos para la batalla, y estaremos preparados para liderar a los israelitas hasta que puedan ocupar su tierra con seguridad. Mientras tanto, nuestros hijos se quedarán atrás, viviendo en los pueblos fortificados para protegerlos de la población local.

Moisés les dio las siguientes instrucciones sobre ellos al sacerdote Eleazar, a Josué, hijo de Nun, y a los jefes de familia de las tribus de Israel.

Pero si no se preparan para la batalla y cruzan contigo, entonces deben aceptar su tierra asignada entre ustedes en el país de Canaán”.

Moisés, el siervo del Señor, y los israelitas los habían derrotado, y Moisés había asignado la tierra a las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés.

Además, incluía Galaad, la tierra de los guesuritas y de los maacatitas, todo el monte Hermón y todo Basán hasta Salecá,

Moisés había asignado tierras a las dos tribus y media al este del Jordán, pero no había hecho ninguna asignación a los levitas entre ellas.

“Pero los levitas no reciben una parte, pues su función como sacerdotes del Señor es su asignación. Además, Gad, Rubén y la media tribu de Manasés ya han recibido su asignación que Moisés, el siervo del Señor, les dio en el lado oriental del Jordán”.

Así que las tribus de Rubén y Gad y la media tribu de Manasés dejaron al resto de los israelitas en Silo, en la tierra de Canaán, y regresaron a su tierra en Galaad, la cual habían recibido por orden del Señor a través de Moisés.

Después de Tola vino Jair, de Galaad, quien dirigió a Israel como juez durante veintidós años.

Un día Saúl le dijo a David: “Aquí está mi hija mayor, Merab. Te la daré en matrimonio, pero sólo si me demuestras que eres un guerrero valiente y luchas en las batallas del Señor”. Porque Saúl pensaba: “No hace falta que sea yo quien lo mate; que lo hagan los filisteos”.




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