Entonces vinieron a Moisés, al sacerdote Eleazar y a los líderes israelitas y dijeron,
“Si un líder peca involuntariamente y hace lo que no está permitido por ninguno de los mandamientos del Señor su Dios, es culpable.
Las tribus de Rubén y Gad tenían grandes cantidades de ganado y vieron que la tierra de Jazer y Galaad era un buen lugar para criarlos.
“Las ciudades de Atarot, Dibón, Jazer, Nimra, Hesbón, Eleale, Sebam, Nebo y Beón,
Así que reparte esta tierra entre las nueve tribus y la media tribu de Manasés para que la posean”.
Así los israelitas dieron a los levitas por sorteo estas ciudades y pastos, tal como el Señor lo había ordenado por medio de Moisés.
¿Por qué se quedaron en casa, en los rediles, escuchando a los pastores que silbaban por sus rebaños? La tribu de Rubén realmente no podía decidir qué hacer.