Cuando oyeron sus gritos, todos los israelitas cercanos salieron corriendo, gritando: “¡Cuidado! La tierra podría tragarnos a nosotros también”.
Cuando ruges, los pueblos huyen; cuando te preparas para la acción, las naciones se dispersan.
Huirás de esta montaña, por el valle que se extiende hasta Azal. Huirás como lo hicieron en tiempos del terremoto durante el reinado de Uzías, rey de Judá. Entonces el Señor vendrá, acompañado de todos sus santos.
Bajaron vivos al Seol con todo lo que tenían. La tierra se cerró sobre ellos, y ya no estaban.
Entonces fuego salió del Señor y quemó a los 250 hombres que ofrecían incienso.