Lo que quede del aceite de oliva en su palma, el sacerdote lo pondrá sobre la cabeza de la persona que se está limpiando y luego lo hará justo ante el Señor.
“Dile a los israelitas que estas son las reglas para manejar los casos de aquellos que pecan involuntariamente contra alguno de los mandamientos del Señor y hacen lo que no está permitido.
Le quitará toda su grasa como la grasa del cordero se quita de las ofrendas de paz y la quemará en el altar y será aceptada por el Señor. De esta forma el sacerdote expiará el pecado del hombre, y será perdonado”.