“¿Has prestado atención a Job, mi siervo?” le peguntó el Señor. “No hay nadie como él en la tierra, un hombre íntegro que hace lo correcto, que respeta a Dios y evita el mal”.
Moisés hablaba con el Señor cara a cara como si fuera un amigo, y luego regresaba al campamento. Sin embargo, su joven ayudante Josué, hijo de Nun, se quedó en la Tienda.
Les digo la verdad, y es que entre la humanidad, no hay ninguno más grande que Juan el Bautista, pero incluso el menos importante en el reino de los cielos es más grande que él.