“Su Majestad, por favor, perdóneme y no tenga en cuenta el mal que yo, su siervo, hice cuando Su Majestad salió de Jerusalén. Por favor, olvídelo todo.
Después, David se sintió muy mal por haber ordenado el censo. Le dijo a Dios: “He cometido un terrible pecado al hacer esto. Por favor, quita la culpa de tu siervo, porque he sido muy estúpido”.
Entonces el rey le dijo al hombre de Dios: “Por favor, ruega al Señor, tu Dios, que me devuelva la mano”. El hombre de Dios suplicó al Señor, y el rey recuperó el uso de su mano como antes.
Porque el Señor busca por toda la tierra la oportunidad de mostrar su poder a favor de los que le son total y sinceramente devotos. Tú has actuado de forma estúpida al hacer esto. Así que de ahora en adelante siempre estarás en guerra”.
Desde la sinagoga de Satanás traeré a los que dicen ser judíos, (pero no lo son, son mentirosos), haciéndolos venir a adorar a tus pies, para que reconozcan que yo te amo.
“¡Por favor, ruega al Señor tu Dios por nosotros, tus siervos, para que no muramos!”, le rogaron a Samuel. “Porque hemos añadido a todos nuestros pecados la maldad de pedir nuestro propio rey”.
“En consecuencia, esta es la declaración del Señor: Hice la promesa definitiva de que tu familia y la de tu padre me servirían siempre como sacerdotes. Pero ahora el Señor declara: ¡Ya no más! En cambio, honraré a los que me honran, pero trataré con desprecio a los que me desprecian.