“¿Estás celoso de mi reputación?” respondió Moisés. “¡Deseo que cada uno en el pueblo del Señor sea profeta y que el Señor les dé su espíritu a todos!”
“No importa si toma poco o mucho tiempo”, respondió Pablo. “Pero mi oración a Dios es que no solo usted, sino todos los que me escuchan se vuelvan como yo, excepto por estas cadenas”.
Los que predican a Dios son más importantes que los que hablan en lenguas, a menos que interpreten lo que se ha dicho, a fin de que la iglesia sea edificada.
Incluso ahora no están listos para ello, porque todavía son del mundo. Si ustedes aún son envidiosos y andan en discusiones, ¿no demuestra eso que todavía son mundanos? ¿No demuestran que se comportan como lo hacen las personas comunes?
No hagan ninguna cosa con un espíritu egoísta u orgulloso, sino piensen con humildad unos de otros cosas mejores que las que piensan de ustedes mismos.