Los sacerdotes estaban de pie en sus puestos, y también los levitas, con los instrumentos musicales que el rey David había hecho para dar alabanzas, y que David había utilizado para alabar. Cantaban: “¡Porque su amor fiel es eterno!”. Frente a ellos, los sacerdotes tocaron las trompetas, y todos los israelitas se pusieron de pie.
Cuando los constructores pusieron los cimientos del Templo del Señor, los sacerdotes vestidos con sus ropas especiales y portando trompetas, y los levitas (los hijos de Asaf) portando címbalos, todos ocuparon sus lugares para alabar al Señor, siguiendo las instrucciones dadas por el rey David de Israel.