Entonces les dijo: “Todo aquél que acepta a este niño en mi nombre, me acepta a mí, y todo aquél que me acepta a mí, acepta al que me envió. El menos importante entre todos ustedes es el más importante”.
“Tú eres un judío, y yo soy una mujer samaritana. ¿Cómo puedes pedirme que te dé de beber?” respondió la mujer, pues los judíos no se asocian con los samaritanos.