“Los pescadores estarán en la orilla del Mar Muerto. Podrán extender sus redes desde En-gedi hasta En-eglaim y pescar muchas clases de peces. Habrá muchos peces como en el Mar Mediterráneo.
Entonces ellos fueron donde estaba Jesús y lo despertaron. “Maestro, maestro, ¡vamos a ahogarnos!” dijeron ellos. Jesús entonces se despertó y ordenó al viento y a las fuertes olas que se detuvieran. Y se detuvieron, y todo quedó en calma.
“¿Quién me tocó?” preguntó Jesús. Todos los que lo rodeaban negaron haberlo hecho. “Pero Maestro”, dijo Pedro, “hay mucha gente aglomerada a tu alrededor, y todos empujan hacia ti”.
Cuando los dos hombres estaban a punto de marcharse, Pedro le dijo a Jesús, “Maestro, es grandioso estar aquí. Hagamos unos refugios: uno para ti, uno para Moisés, y uno para Elías”. Pero Pedro en realidad no sabía lo que estaba diciendo.
“Voy a pescar”, dijo Simón Pedro. “Iremos contigo”, respondieron ellos. Entonces fueron y se montaron en una barca, pero en toda la noche no atraparon nada.