Las mujeres estaban aterrorizadas y se inclinaron, con sus rostros en tierra. Entonces ellos dijeron a las mujeres: “¿Por qué buscan entre los muertos a alguien que está vivo?
Entonces el que parecía un ser humano me tocó los labios y pude hablar. Le dije al que estaba frente a mí: “Señor mío, desde que vi la visión he estado agonizando y me siento muy débil.
“No tengas miedo; Dios te quiere mucho. ¡Que tengas paz! ¡Sé fuerte! Ten valor!” Mientras me hablaba, me fortalecí y dije: “Señor mío, háblame, porque me has fortalecido”.