Esto es lo que dice el Señor Dios: Mira cómo doy la señal a las naciones, cómo enarbolo mi bandera para que todos lo sepan. Los traerán de vuelta, llevando a tus hijos en sus brazos, y levantando a tus hijas sobre sus hombros.
Él dice: “No es gran cosa que seas mi siervo para hacer volver a las tribus de Jacob, a ese pueblo de Israel que he conservado. También voy a hacer de ti una luz para los extranjeros, para que mi salvación llegue a todos”.
Nadie tendrá que enseñar a su vecino o a su hermano, diciéndole: “Debes conocer al Señor”. Porque todos me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande. Los perdonaré cuando hagan el mal, y me olvidaré de sus pecados.
“Se han asignado setenta semanas a tu pueblo y a tu ciudad santa para hacer frente a la rebelión, para poner fin al pecado, para perdonar la maldad, para traer la bondad eterna, para confirmar la visión y la profecía, y para ungir el Lugar Santísimo.
¿Cómo podría abandonarte, Efraín? ¿Cómo podría dejarte ir, Israel? ¿Cómo podría hacer contigo lo mismo que con Adamá? ¿Cómo podría tratarte como a Seboín? Mi corazón se hace pedazos, y reboso en compasión.
Yo la ‘sembraré’ para mi mismo en la tierra. Amaré a Lo-ruhamah (no amada) y a Lo-ammi (no mi pueblo) le diré: ‘tú eres mi pueblo,’ y me dirá: ‘Tú eres mi Dios’”.
Muchas naciones dirán: “Subamos a la cima del monte del Señor, al Templo del Dios de Jacob. Allí Dios nos enseñará sus caminos y seguiremos sus enseñanzas”. Las enseñanzas de Dios se esparcirán desde Sión y su palabra desde Jerusalén.
Me siento honrado por las naciones desde el extremo más oriental, hasta el extremo más oriental. En todas partes la gente me trae ofrendas de incienso y sacrificios puros. Soy honrado entre las naciones, dice el Señor Todopoderoso.
Vayan y descubran lo que esto significa: ‘quiero misericordia, no sacrificio. Porque no vine a llamar a los que hacen el bien—Vine a llamar a los pecadores’”.
“¡Oh Jerusalén, Jerusalén, tú matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a todos tus hijos como la gallina reúne a sus polluelos bajo sus alas, pero tú no quisiste!
Después de escuchar esta explicación, no volvieron a discutir con él, y alababan a Dios, diciendo: “Ahora Dios ha concedido también a los extranjeros la oportunidad de arrepentimiento y de tener vida eterna”.
Entonces Pablo y Bernabé hablaron con firmeza, diciendo: “Primero teníamos que predicarles la palabra de Dios a ustedes. Pero ahora que la han rechazado, ustedes están determinando que no son dignos de la vida eterna. Pues ahora predicaremos a los extranjeros.
para abrir sus ojos y que así puedan volverse de las tinieblas a la luz, del poder de Satanás hacia Dios, y que así reciban perdón por sus pecados y un lugar con aquellos que son justificados por creer en mí’.
Primero en Damasco, luego en Jerusalén y luego en toda Judea y también a los extranjeros les prediqué el mensaje de arrepentimiento: cómo deben volverse a Dios, demostrando su arrepentimiento por medio de sus acciones.
Ahora, arrepiéntanse, y cambien sus caminos, para que sus pecados puedan ser limpiados, a fin de que el Señor pueda enviarles oportunidad para sanarse y restaurarse,
Dios lo exaltó a una posición de honor, a su diestra, como Príncipe y Salvador, como una forma de traer arrepentimiento a Israel, y para perdón de pecados.