Cuando volví a ti me arrepentí, y una vez que comprendí, me sujeté la cabeza con tristeza. Me avergoncé y me sonrojé, avergonzado por lo que había hecho cuando era joven”.
“Pero el recaudador de impuestos se quedó a la distancia. Ni siquiera era capaz de mirar al cielo. En lugar de ello golpeaba su pecho y oraba: ‘Dios, por favor, ten misericordia de mí. Soy un pecador’.
Cuando la gente escuchó esto, sintieron remordimiento de conciencia. Entonces le preguntaron a Pedro y a los apóstoles: “Hermanos, ¿qué debemos hacer?”