Por eso le concederé un lugar entre los grandes y le daré el premio de los vencedores, porque derramó su vida en la muerte y fue contado como uno de los rebeldes. Tomó sobre sí los pecados de muchos y pidió perdón por los rebeldes.
Debemos seguir con la mirada puesta en Jesús, el autor y perfeccionador de nuestra fe en Dios. Pues por el gozo que tenía delante, Jesús soportó la cruz, sin importarle su vergüenza, y se sentó a la diestra del trono de Dios.