Pero cuando los embajadores de los gobernantes de Babilonia se acercaron a él para preguntar por la señal milagrosa que había sucedido en el país, Dios lo dejó para que lo pusiera a prueba, para conocer el verdadero pensamiento de Ezequías.
“Aunque estuve con ustedes todos los días en el Templo, nunca me arrestaron. Pero este es el momento de ustedes, el momento cuando las tinieblas tienen el poder”.