Pedro le dijo: “¡Señor, estoy listo para ir contigo a la prisión, y morir contigo!”
Los que confían en su propia mente son necios, pero los que siguen caminos sabios se mantendrán a salvo.
Me doy cuenta, Señor, de que la gente no controla su propia vida; nadie sabe elegir su camino.
La mente es más engañosa que cualquier otra cosa: ¡está incurablemente enferma! ¿Quién puede entenderla?
“No sabes lo que estás pidiendo”, le dijo Jesús. “¿Pueden ustedes beber la copa que yo estoy a punto de beber?” . “Sí podemos”, le dijeron.
“Yo no te abandonaré aunque todos los demás lo hagan”, respondió Pedro.
Pero Pedro, insistentemente dijo: “Aun si me toca morir contigo, nunca te negaré”. Y todos ellos dijeron lo mismo.
Jesús respondió: “Te digo, Pedro, que antes de que el gallo cante hoy, negarás tres veces que me conoces”.
“Este hombre estaba con él”. Pero Pedro lo negó. “¡Mujer, no lo conozco!” le dijo.
“¿Realmente estás preparado para morir por mí? Te digo la verdad: antes de que el gallo cante tú me negarás tres veces”, le respondió Jesús.
Sin embargo, Pablo respondió: “¿Qué hacen? Están llorando y rompen mi corazón. No solo estoy listo para ser amarrado en Jerusalén, sino también para morir allí por causa del Señor Jesús”.