Y Jesús crecía continuamente y se hacía más sabio y más fuerte, y hallaba el favor de Dios y de la gente.
Juan, el niño, creció y se volvió fuerte espiritualmente. Vivió en el desierto hasta que llegó el momento de iniciar su ministerio público a Israel.
El niño crecía y se fortalecía, y era muy sabio. Y la bendición de Dios estaba con él.
Todo el que sirve a Cristo de este modo, agrada a Dios, y es apreciado por los demás.
El niño Samuel crecía en estatura, y también crecía en cuanto a la aprobación del Señor y del pueblo.