“‘Padre Abrahán,’ exclamó, ‘Ten misericordia de mí y envía a Lázaro que moje su dedo en agua y refresque mi lengua, porque me estoy quemando y agonizo’.
“¡Demuestren que están realmente arrepentidos! No traten de justificarse diciendo: ‘Somos los descendientes de Abrahán’. Les digo que Dios puede crear hijos de Abrahán a partir de estas piedras.
De modo que la promesa está basada en la confianza en Dios. Es dada como un don, garantizada a todos los hijos de Abraham, y no solo a los que siguen la ley, sino también a todos los que creen como Abraham, el padre de todos nosotros.
De modo que a través de Cristo Jesús la bendición de Abraham pudo llegar también a los extranjeros, y nosotros pudimos recibir la promesa del Espíritu por nuestra fe en Dios.