Cuando alzan sus manos hacia mí para orar, miro hacia otro lado. Aunque hagan muchas oraciones, no les prestaré atención, porque sus manos están llenas de sangre.
¿Debe el pueblo defraudar a Dios? ¡Aún así ustedes me han defraudado! Pero ustedes me preguntan “¿Cómo te hemos defraudado?” En los diezmos y en las ofrendas.
En su lugar, he dado a los levitas como compensación el diezmo que los israelitas dan al Señor como contribución. Por eso les dije que no recibirían una parte de la tierra entre los israelitas”.
Les digo que a menos que la justicia de ustedes no sea mayor que la justicia de los maestros religiosos y de los Fariseos, no podrán entrar nunca al reino de los cielos.
“Asegúrense de que sus buenas obras no sean delante de la gente, solo para que los vean. De lo contrario, no tendrán ninguna recompensa de su Padre que está en el cielo.
“Cuando oren, no sean como los hipócritas, porque a ellos les encanta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles para que la gente los vea. Yo les prometo que ellos ya tienen su recompensa.
¡Qué lástima por ustedes, Fariseos! Porque ustedes diezman las hierbas y las plantas, pero descuidan la justicia y el amor de Dios. A esto último ustedes deben prestar atención, sin dejar de hacer lo primero.
De la misma manera, cuando ustedes hayan hecho todo lo que se les encargó, simplemente digan: ‘Somos siervos indignos. Solo cumplimos con nuestro deber’”.
¿Acaso tenemos algo de qué jactarnos? Por supuesto que no, ¡no hay lugar para ello! ¿Por qué? ¿Acaso es porque seguimos la ley de guardar los requisitos? No, nosotros seguimos la ley de la fe en Dios.
porque aunque el ejercicio físico es útil hasta cierta medida, el ejercicio espiritual es más útil aún. Pues “trae consigo promesa para la vida presente y para la vida venidera”.