“Así que, Majestad, hazme caso. Deja de pecar y haz lo que es correcto. Acaba con tus iniquidades y sé misericordioso con los oprimidos. Tal vez entonces las cosas sigan yendo bien para ti”.
Vendan lo que tienen, y denle el dinero a los pobres. Tomen tesoros que no se agotan: tesoros en el cielo que nunca se acabarán, donde ningún ladrón puede robarlo, ni el moho puede destruirlo.
Cuando Jesús oyó esto, le dijo al hombre: “Aún te falta una cosa. Ve y vende todo lo que tienes, dale el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. ¡Entonces ven y sígueme!”
Pero Zaqueo se puso en pie y dijo delante del Señor: “¡Mira, daré la mitad de todo lo que poseo a los pobres, y si he estafado a alguno, le pagaré hasta cuatro veces!”
Los que son ladrones, dejen de robar y trabajen productivamente y con honestidad con sus manos, para que tengan algo que brindar a quienes lo necesitan.
A los que tienen mentes puras, todo les parece puro; pero para los que son corruptos y se niegan a creer en Dios, nada es puro. Porque tanto sus mentes como sus conciencias están corrompidas.
Dios no hubiera sido injusto como para olvidarse de lo que ustedes han hecho y del amor que le han demostrado mediante el cuidado que han brindado a los hermanos creyentes, lo cual es algo que todavía siguen haciendo.
Ante los ojos de nuestro Dios y Padre, la religión pura y genuina consiste en visitar huérfanos y viudas que sufren, y guardarse de la contaminación del mundo.