El Fariseo estaba sorprendido porque Jesús no se lavó las manos antes de comer, como se requería ceremonialmente.
Cuando Jesús escuchó lo que este hombre dijo, se quedó asombrado. Entonces le dijo a los que le seguían: “En verdad les digo que no he encontrado este tipo de confianza en ninguna parte de Israel.
Después de que Jesús terminó de hablar, un Fariseo lo invitó para que fuera a comer con él. Entonces Jesús fue y se sentó a comer.
Surgió un debate entre los discípulos de Juan y los judíos respecto a la purificación ceremonial.