Mientras hablaba, una mujer entre la multitud gritó: “Bendito el vientre del cual naciste y los pechos que te alimentaron”.
Haz que tu padre y tu madre se alegren; trae alegría a la que te parió.
El ángel la saludó. “Eres privilegiada en gran manera”, le dijo. “El Señor está contigo”.
y gritó con voz muy fuerte: “¡Cuán bendita eres entre las mujeres, y cuán bendito será el hijo que nacerá de ti!
porque decidió que yo, su sierva, fuera digna de su consideración, a pesar de mi humilde procedencia. De ahora en adelante todas las generaciones dirán que fui bendecida.
Entonces va y busca a otros siete espíritus peores que él, y ellos vienen a vivir allí. Y al final ese hombre llega a ser peor que como era antes”.
Porque viene el tiempo cuando dirán: ‘Felices las que no tiene hijos, y las que nunca tuvieron bebés, y las que nunca amamantaron’.