y sanen a los que estén enfermos. Díganles: ‘El reino de Dios ha venido a ustedes’.
“Durante el tiempo de estos reyes el Dios del cielo establecerá un reino eterno que nunca será destruido ni tomado por otros. Aplastará todos estos reinos, poniéndoles fin, y durará para siempre,
“Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca”.
Desde ese momento, Jesús comenzó a declarar su mensaje, diciendo: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca”.
“¿Con qué podríamos comparar el reino de Dios? ¿Qué ilustración podríamos usar?” preguntó.
Expulsaron muchos demonios, y sanaron a muchos que estaban enfermos, ungiéndolos con aceite.
Pero si llegan a una ciudad y las personas no los reciben, vayan por las calles y díganles:
‘Sacudimos hasta el polvo de esta ciudad de nuestros pies para mostrarles nuestro descontento. Pero reconozcan esto: el reino de Dios ha llegado’.
Entonces los envió para que proclamaran el reino de Dios y para que sanaran a los enfermos.
“Te digo la verdad” respondió Jesús, “A menos que vuelvas a nacer, no puedes experimentar el reino de Dios”.
“Te digo la verdad, no puedes entrar al reino de Dios a menos que hayas nacido de agua y del Espíritu”, le dijo Jesús.
“Por lo tanto, sepan que esta salvación que viene de Dios ha sido enviada a los extranjeros y ellos escucharán”.
Y les hablaba del reino de Dios, y enseñaba sobre el Señor Jesucristo audazmente. Y nadie se lo impedía.