Todos los que estaban allí quedaron impresionados y alababan a Dios, diciendo: “Se ha levantado entre nosotros un gran profeta”, y “Dios ha visitado a su pueblo”.
Las personas que vivían en Éfeso, tanto judíos como griegos, oyeron sobre esto. Y todos estaban asombrados por lo que había sucedido, y el nombre del Señor Jesús recibió grande respeto.
Así, Josué conquistó toda la tierra – la región montañosa, el Néguev, las estribaciones y las laderas- y a todos sus reyes. No dejó ni un solo sobreviviente. Mató a todos, tal como el Señor, el Dios de Israel, había ordenado.
Los gabaonitas enviaron un mensaje a Josué en el campamento de Gilgal, diciendo: “¡Por favor, no nos abandones, tus siervos! ¡Ven rápido y sálvanos! Necesitamos tu ayuda, pues todos los reyes amorreos de la región montañosa se han unido para atacarnos”.