“Si bien te parece, ya que has sido tan misericordioso en salvar mi vida, no me hagas correr hacia las montañas, pues no podré lograrlo. ¡La destrucción me alcanzará y moriré!
Entonces le dijo al hombre que lo había invitado: “Cuando brindes un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, o vecinos, porque ellos podrían invitarte después, y así te pagarían la invitación.
De modo que cuando una parte del cuerpo sufre, todas las demás partes sufren con ella, y cuando una parte del cuerpo es bien tratada, entonces todas las demás partes del cuerpo están felices también.