A la mañana siguiente se levantaron temprano y fueron al desierto de Tecoa. Al salir, Josafat se levantó y dijo: “Escúchenme, pueblo de Judá y de Jerusalén. Confíen en el Señor, su Dios, y serán reivindicados; confíen en sus profetas, y tendrán éxito”.
porque decidió que yo, su sierva, fuera digna de su consideración, a pesar de mi humilde procedencia. De ahora en adelante todas las generaciones dirán que fui bendecida.