Vivimos por setenta años, ochenta si tenemos la fuerza. Pero incluso en el mejor momento de la vida, todo lo que tenemos son dificultades y sufrimiento. Pronto nuestras vidas llegan a su fin y nos hemos ido.
Sin embargo, si al cumplir su promesa es más pobre que el valor fijado, debe presentar a la persona ante el sacerdote, quien entonces fijará el valor dependiendo de lo que pueda pagar.