Si el hombre con la secreción toca a alguien sin lavarse las manos primero con agua, la persona que fue tocada tiene que lavar su ropa y lavarse con agua, y será impura hasta la noche.
Cocínalo con aceite de oliva en una plancha. Llevarlo bien amasado y presentarlo como una ofrenda de grano partido en pedazos, para ser aceptado por el Señor.
La olla de barro que se usa para hervir la ofrenda por el pecado debe romperse. Si se hierve en una olla de bronce, la olla debe ser limpiada a fondo y lavada con agua.
Sabemos que cuando esta “tienda de campaña” terrenal en la que vivimos sea derribada, tenemos una casa preparada por Dios, no hecha por manos humanas. Es eterna, y está en el cielo.
Él creará nuevamente nuestros defectuosos cuerpos humanos para que sean como su cuerpo glorioso, por medio del poder con el cual él controla todas las cosas.