Comerán la carne y el pan que formaban parte de las ofrendas que simbolizaban el perdón requerido para su ordenación y dedicación. Nadie más puede comerlos, porque son sagrados.
Pero no se puede comer ninguna ofrenda por el pecado si su sangre ha sido llevada al Tabernáculo de Reunión como medio para arreglar las cosas en el Lugar Santo. En ese caso debe ser quemada”.