El Señor le dijo a Gedeón: “Con estos trescientos hombres que lamieron te salvaré y te entregaré a los madianitas. Deja que el resto de los soldados se vaya a casa”.
Los trescientos se hicieron cargo de las provisiones y las trompetas de los demás. Gedeón envió a todo el resto a casa, pero se quedó con los trescientos hombres. El campamento madianita estaba debajo de él en el valle.
Jonatán le dijo al joven que llevaba la armadura: “Vamos, crucemos a la guarnición de estos hombres paganos. Tal vez el Señor nos ayude. Al Señor no le cuesta ganar, sea por muchos o por pocos”.