(La cisterna donde Ismael había arrojado todos los cuerpos de los hombres que había matado, incluido Gedalías, era una cisterna grande que el rey Asa había cavado debido a la amenaza de ataque de Basá, rey de Israel. Ismael la llenó de cadáveres).
Ustedes, habitantes de Moab, huyan de sus ciudades, vayan a vivir entre las rocas. Sean como una paloma que anida en los acantilados a la entrada de un barranco.
Y los reyes de la tierra, los grandes líderes, los ricos, los poderosos, y todas las personas, esclavos o libres, se ocultaron en cuevas y entre las rocas de las montañas.
Ese año y durante dieciocho años más acosaron y oprimieron a los israelitas, a todos los israelitas que vivían al este del Jordán, en Galaad, la tierra de los amorreos.
Cuando los hombres israelitas se dieron cuenta de la difícil situación en la que se encontraban y de que el ejército estaba recibiendo una paliza, se escondieron en cuevas, agujeros, rocas, pozos y cisternas.
Así que ambos se dejaron ver por la guarnición filistea. “¡Mira!”, gritaron los filisteos. “Los hebreos están saliendo de los huecos donde se escondían”.