Raspó un poco de miel en sus manos y la comió mientras caminaba. Cuando volvió con su padre y su madre, les dio un poco y se la comieron. Pero no les dijo que había tomado la miel del cadáver de un león.
Más tarde, cuando Sansón volvió para casarse con ella, se apartó del camino para buscar el cadáver del león. Dentro del cuerpo había un enjambre de abejas y su miel.
Un día Jonatán, hijo de Saúl, le dijo al joven escudero: “Vamos, crucemos a la guarnición filistea del otro lado”. Pero no le hizo saber a su padre acerca de sus planes.