El Ángel del Señor se le apareció y le dijo: “Es cierto que no podías concebir y no tienes hijos, pero ahora vas a quedar embarazada y darás a luz un hijo.
Yo la bendeciré y prometo darte un hijo por medio de ella. Yo la bendeciré para que se convierta en la madre de todas las naciones, y habrá reyes entre sus descendientes”.
Entonces uno de ellos le dijo: “Te prometo que el próximo año volveré a visitarte por estos días, y tu esposa Sara tendrá un hijo”.Y Sara estaba escuchando mientras se ocultaba a la entrada de la tienda, detrás de él.
Entonces Eliseo le dijo: “El año que viene, por estas fechas, tendrás un hijo en brazos”. “¡No, mi señor!”, respondió ella. “¡Hombre de Dios, no le mientas a tu sierva!”
La mujer fue y le dijo a su marido: “Un hombre de Dios vino a mí. Parecía el Ángel de Dios, realmente aterrador. No le pregunté de dónde venía, y no me dijo su nombre.
Entonces Manoa oró al Señor: “Por favor, Señor, que el hombre de Dios que nos enviaste regrese a nosotros para explicarnos qué debemos hacer con el niño que va a nacer”.
El ángel del Señor fue de Gilgal a Boquín y le dijo al pueblo: “Yo los saqué de la tierra de Egipto y los traje a esta tierra que les prometí a sus antepasados, y les dije que nunca rompería el acuerdo que hice con ustedes.