La mujer de Galaad le dio hijos, que cuando crecieron, echaron a Jefté, diciéndole: “No heredarás nada de nuestro padre porque eres hijo de otra mujer”.
Pero sucedió que una gran hambruna había azotado esta tierra. De modo que Abrán siguió hacia Egipto, con planes de vivir allí, pues la hambruna era muy severa.
Entonces Sara fue donde Abraham y le dijo: “Tienes que deshacerte de esa mujer esclava y de su hijo! ¡Un hijo de esa esclava no será coheredero con mi hijo Isaac!”
A nadie de raza mixta se le permite entrar en el santuario del Señor, y ninguno de sus descendientes puede hacerlo tampoco, hasta la décima generación.