Ellos seguían exigiendo una respuesta, así que él se levantó y les dijo: “Cualquiera de ustedes que nunca haya pecado puede lanzar la primera piedra sobre ella”.
Cuando ellos escucharon esto, comenzaron a marcharse, uno a uno, comenzado desde el más anciano hasta que Jesús quedó en medio de la multitud con la mujer que aún estaba allí.